Monos

Crítica de Martín Chiavarino - Metacultura

El corazón de las tinieblas

Tras el éxito de su documental, Cocalero (2007), sobre el sindicato de productores de coca en Bolivia, cuna política del actual presidente Evo Morales, y a ocho años de su primer largometraje de ficción, Porfirio (2011), el realizador Alejandro Landes regresa con Monos (2019), un film sobre un comando de combatientes en Colombia que tienen a su cargo a una ingeniera norteamericana cautiva.

Ocho guerrilleros adolescentes entrenados por su mentor, El Mensajero (Wilson Salazar), que custodian a una estadounidense secuestrada por la guerrilla colombiana reciben a su cargo una vaca lechera en préstamo con la finalidad de que demuestren su capacidad de gestión, pero los púberes viven la situación como un juego y rápidamente todo se desbanda en una espiral de violencia y sexualidad que trastocará la dinámica del grupo y su misión.

Monos se divide en dos partes en base a su escenografía y su desarrollo narrativo. En la primera parte la acción transcurre en la montaña, un escenario anegado donde los adolescentes custodian a la Doctora Sara Watson (Julianne Nicholson), una mujer que cada tanto es obligada a leer el diario delante de una cámara para dar señales de vida. En la segunda parte la acción transcurre en la selva, donde la humanidad retrocede ante la violencia agreste. Cada uno de los personajes ocupa un lugar en esta horda gregaria a punto de explotar. Rambo (Sofía Buenaventura) es la mirada reflexiva, la del excluido que sigue órdenes pero anhela otra vida y no puede insertarse en el grupo, mientras que Lobo (Julián Giraldo) es el líder llamado a convertirse en cuadro de la guerrilla. Patagrande (Moisés Arias) es el líder sustituto segado por el poder, mientras que Perro (Paul Cubides) es un animal que sigue a su demente guía en su locura. Leidi (Karen Quintero) sigue al líder de turno en sus acciones al calor del despertar de su sexualidad como un juego, mientras Sueca (Laura Castrillón) vive en la enajenación sin retorno de la adolescencia guerrillera al borde del abismo.

La situación política y las ideas revolucionarias quedan a un lado y ceden su lugar a los códigos militares, la supervivencia y los anhelos de escape o dominio de los protagonistas atrapados en la lógica bélica sin sentido ni final. Monos es una película coral en la que se destacan todos los personajes en una acción que semeja una danza salvaje alrededor de un paraíso abandonado o una pesadilla postapocalíptica que deviene en demencia.

El film puede ser leído como una de las posibles consecuencias de la vida guerrillera en la psicología de la juventud reclutada tempranamente para la causa revolucionaria en un país en guerra. De un ideal inicial potencialmente loable, la guerra, la persecución, la huida y las condiciones hostiles de la selva convierten al revolucionario en un animal capaz de cualquier cosa. Rambo también viene a representar a los niños y adolescentes guerrilleros que buscan escapar del conflicto, una realidad acuciante de los territorios colombianos, siempre en disputa entre la guerrilla, el ejército, las organizaciones del narcotráfico y los paramilitares al servicio de los terratenientes.

Alejandro Landes construye un film profundamente feroz sobre el alma humana, la creación de la identidad y su destrucción, y los límites entre la comunidad y la horda. Monos trabaja sobre la dinámica grupal del grupo de adolescentes a partir del control que los líderes de la guerrilla ejercen sobre ellos desde niños a través de la disciplina y la creación de lazos, ligadura filial que en el film se va erosionando debido al despertar sexual, la energía desbordante adolescente canalizada en la ira sin sentido, el aislamiento del grupo y el sentimiento de propiedad sobre la rehén.

La fotografía de Jasper Wolf se destaca por sus paisajes oníricos y bucólicos de las montañas y la selva, dos lugares tan maravillosos como desafiantes y perturbadores. La belleza, el peligro, lo salvaje y la muerte que anida en todo se dan encuentro aquí en imágenes en las que la violencia se funde con la sexualidad. La compositora Mica Levi le imprime a su vez al film una conmoción agobiante a escenas que oscilan entre la locura y la fusión con lo salvaje.

Monos es una elegía a la adolescencia en su estado más bestial e irracional, atrapada en una lógica de violencia donde todo es posible, la sexualidad es para ser explorada en un juego sin condiciones, las armas son un juguete más, la rehén una víctima que deberá descubrir hasta dónde es capaz de llegar para escapar y el mundo un lugar para esconder los límites de las atrocidades que subyacen en el corazón de las tinieblas, donde habita el alma humana.