Mongol

Crítica de Rocío González - Leedor.com

“Ten el valor de la astucia que frena la cólera y espera el momento propio para desencadenarla”
Gengis Kan

Es una de las grandes fascinaciones del cine contar la historia de cómo un héroe llega a convertirse en ese ser mítico.

El director ruso Sergei Bodrov eligió relatarnos cómo Gengis Kan se convirtió en uno de los hombres más poderosos de la Historia. Lo realmente interesante de este film es cómo elige estructurar el relato. Porque a pesar de que hay una clara intención de revitalizar una de las grandes leyendas de oriente, el modo en que elige hacerlo es profundamente occidental. Bodrov se sirve de numerosos elementos de la tragedia griega y del mito del héroe en particular para desentrañar a este personaje tan célebre.

En primer lugar está el hecho de que, al igual que en las tragedias, se toma a un personaje de la realeza, de una familia gobernante, que tiene poder (y puede perderlo). Temudgin, nombre de nacimiento de Gengis Kan, interpretado por el actor japonés Tadanobu Asano (Zatoichi, 2003), es hijo del “rey” de su clan.

Sus desventuras comienzan a la edad de nueve años, cuando su padre lo lleva a una tribu vecina para que elija esposa. Allí se compromete con Borte. Esta relación marcará la trama del film, que básicamente atraviesa los momentos de unión y separación de la pareja, mientras Temudgin lucha por recuperar el poder que le fue arrebatado cuando asesinaron a su padre y a él lo convirtieron en esclavo. Ya sea que Bodrov haya extraído la idea del poema “La historia secreta de los Mongoles”, ya sea que lo haya especulado de sus otras investigaciones sobre el tema, lo cierto es que la relación entre Temudgin y Borte está llevada a la pantalla de una forma muy moderna y occidental. Si bien el film está ambientado en la segunda mitad del siglo XII, Bodrov nos habla de un hombre fiel a su esposa, capaz de ir a la guerra por recuperarla y dispuesto a aceptar como propios a los hijos que ha tenido con otros hombres durante sus ausencias.

La otra relación que marca la vida de este príncipe es con su hermano Jamukha (Honglei Sun). Éste es otro ingrediente típico de los relatos clásicos, el de los amigos que se convierten en enemigos. El actor chino aporta las pocas dosis de humor del film, creando un personaje que es la contraparte ideal del protagonista.

Pero quizá el elemento más propio de la tragedia es la idea de que por un acto de hybris (una suerte de ceguera producida por la soberbia), la familia queda de alguna manera maldita. Son los hijos quienes deben pagar por estos actos de arrogancia de los padres. Así, el padre de Temudgin roba a su madre de uno de los clanes enemigos – incluso cuando ella ya estaba casada. Muchos años después, este marido despechado robará a la esposa de Temudgin. El concepto de venganza por las ofensas realizadas es lo que desencadena la mayoría de las desventuras de este personaje.

Un dato interesante es la banda de sonido. La conducción orquestal estuvo a cargo del compositor finlandés Tuomas Kantelin, pero el film cuenta además con la participación de una banda folk-rock mongola de ocho integrantes llamada Altan Urag, quienes proporcionan unos ritmos vocales guturales que realmente aportan mucho a la construcción del relato.

Mongol, que estuvo nominado al Oscar en el 2008 como mejor película de habla no inglesa y como mejor película en los Premios del Cine Europeo el mismo año, no tiene una intención biográfica. Si bien el director ha hecho un extenso trabajo de investigación, es evidente el propósito de construir un cuento, una leyenda, haciendo uso de todos los elementos espectaculares que el medio cinematográfico le ofrece. Así, la ambientación de época, los vestuarios, las escenas de batalla, no tienen nada que envidiarle a otras producciones que se han realizado en Hollywood.