Mongol

Crítica de Germán Touza - EscribiendoCine

Reglas para construir imperios

El experimentado director ruso Sergei Bodrov, llega a la cartelera con una biopic de la vida de Genghis Kan, que se enfrenta a los grandes problemas del género: ¿cómo rescatar aquello verdaderamente fundamental de la vida de una persona? Mongol, cae en una narración esquemática sin un criterio conceptual que la enriquezca.

Mongol se remonta a los enormes paisajes asiáticos del siglo XII para relatar la vida de Temudgin, el heredero de un kan mongol (así se llamaba a los líderes de las tribus nómades de esa región); desde su peligrosa y difícil infancia hasta su transformación en el futuro. Temerario conquistador, unificó a todos los clanes mongoles para realizar uno de los mayores imperios conocidos en la historia universal.

En los primeros minutos, ya sabremos todo lo que ocurrirá. Es que entre los esquematismos que aplanan a este film, uno de los principales, es el de anticipar todas las acciones enunciándolas a través del diálogo. De esta manera, la información que se siembra a lo largo de la película será subrayada con énfasis, haciendo obvio lo que sucederá, provocando que Temudgin se nos revele enigmático sólo desde la sobria y eficaz interpretación de Tadanobu Asano.

Resulta curioso: da la sensación de una gran identificación entre director y protagonista que no sólo se refleja en la elección de este relato histórico sino sobre todo en la moral con la que Temudgin construye el imperio mongol: reglas claras y transparentes, de fidelidad y honestidad. Bodrov toma estas reglas y las lleva hasta el extremo para construir un relato cinematográfico supeditado a ellas. Hay un intento de claridad insistente y excesivo que por momentos tapa todo interés por la película.

El intento del director por construir un Gengis Kan fuera del simplismo con que se retrataba a éste en los manuales escolares de su época, termina por no encontrar su punto de equilibrio y caer también en explicaciones facilistas. Las metáforas y recursos con que se construye a Temudgin diluyen la posibilidad de crear un personaje con matices y ambigüedades para reducirlo al producto de un destino divino.

Mongol es un film que ha tenido las buenas intenciones de realizar un relato diferente al hegemónico. Pero lamentablemente se ha quedado a medio camino faltándole decisión en la construcción de una identidad y una profundidad que vaya más allá de la anécdota. Así, este film de Bodrov termina siendo correcto y virtuoso técnicamente pero aburrido y olvidable.