Mongol

Crítica de Adolfo C. Martinez - La Nación

Amor y guerra en la historia de Genghis Khan

Genghis Khan nació cerca del lago Barikal (actual Rusia) en 1167 y se convirtió en el líder de un poderoso imperio que abarcaba casi toda Asia y parte de Europa. Sergei Bodrov, uno de los más importantes directores rusos ( El prisionero de las montañas, El beso del oso) , recreó en este film parte de su existencia y dibujó un retrato en el que lo muestra no como la bestia malvada de apariencia vetusta, sino como un líder influyente, intrépido y visionario. La historia comienza cuando Temudjin, a los 9 años, es llevado por su padre a un viaje para escoger a una niña como su futura esposa. Así conoce a Börte, quien le dice que le gustaría ser la elegida, y él promete regresar pasados cinco años para casarse con ella.

El guión de Mongol examina la trayectoria de uno de los personajes más poderosos de la Tierra, pero es, y tal vez más que otra cosa, una historia de amor. Ese Temudjin que con el tiempo será Genghis Khan aparece aquí como un ser cálido dispuesto a dar su vida por su esposa y por su hijo, mientras se enfrenta con los poderosos enemigos que intentan adueñarse de las tierras de sus ancestros.

El realizador no escatimó esfuerzo ni talento para dar esta pintura de Genghis Khan, y supo aunar su vida sentimental con grandiosas escenas de batallas. Rodada en lejanas locaciones de China, Mongolia y Kazakhstán, esta producción revela facetas poco conocidas de su personaje central. Tadanobu Asano compone con calor y emotividad la figura del protagonista, acompañado por un elenco de excelentes méritos, y por todos los rubros técnicos que lograron hacer de Mongol una película de necesaria visión.