Mommy

Crítica de Gaspar Zimerman - Clarín

Fuerte y conmovedora

Con esta película, el canadiense Xavier Dolan se ganó un lugar al lado de ilustres apellidos del cine..

Con apenas 26 años, el canadiense Xavier Dolan ya dirigió cinco largometrajes, todos ellos bien recibidos por la crítica y el público. El dato es llamativo. Pero lo más llamativo de Dolan es su madurez: tiene un conocimiento profundo del alma humana y una asombrosa capacidad para mostrar todos sus matices. Mommy -ganadora del premio del jurado en el Festival de Cannes del año pasado- es conmovedora sin ser sensiblera, fuerte pero sin golpes bajos, poética pero no pretenciosa ni rebuscada; ante todo, es genuina, verdadera. Una de esas películas que aparecen de vez en cuando para recordarnos que, además de una industria, el cine también puede ser un arte.

La “mami” del título es Diane, una viuda que anda a los tropezones por la vida, y que debe volver a hacerse cargo de Steve, su único hijo, un adolescente conflictivo al que había internado en un reformatorio poco después de la muerte del padre del chico. Steve padece un síndrome conocido como “trastorno por déficit de atención con hiperactividad”: oscila entre la euforia y la depresión, la ternura y la violencia. Si Diane no sabe qué hacer consigo misma, menos pistas tiene sobre cómo lidiar con esa bomba de tiempo que es su hijo. Quizá la vecina de enfrente, que arrastra sus propios problemas mentales, la pueda ayudar.

Cada detalle está al servicio de la historia, de contar el dolor y el desconcierto que la enfermedad mental causa en el enfermo y su entorno. A su sensibilidad, Dolan le suma una rica paleta de recursos técnicos: desde el encuadre, que varía según el estado de ánimo de los personajes, hasta la banda de sonido, los planos, la luz y los colores de las imágenes. Nada se percibe artificioso, caprichoso ni manierista. Al contrario: todo eso hace que no estemos frente a una película más sobre vínculos disfuncionales (con perdón por la palabra).

Y hay que destacar, sobre todo, las actuaciones. Anne Dorval -prócer del teatro y la televisión de Quebec-, Suzanne Clément (la vecina) y el joven Antoine-Olivier Pilon les dan a sus criaturas una carnalidad que nos hace olvidar de que estamos viendo una ficción, y nos sumergen en un clima parecido al del cine de John Cassavetes o el de los hermanos Dardenne. Las comparaciones suelen ser odiosas, injustas y exageradas, pero con Mommy Dolan se ganó un lugar al lado de esos ilustres apellidos.