Moana: Un mar de aventuras

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

"Moana": una chica aventurera

La nueva película de Disney descansa en el personaje de Moana, una joven que debe salvar a su pueblo. No hay tiempo para principes ni romances frente a tanta aventura.

Un claro ejemplo del punto de vista de Moana: Un mar de aventuras, la nueva producción de Disney, es el corto de apertura. Allí se ve cómo el empleado de una oficina sufre un enfrentamiento constante entre su cerebro y su corazón. Cuando el personaje se da cuenta de que va a morir sin haber hecho las cosas que desea, sale corriendo de la oficina a hacer todo lo que le dice el corazón. El problema es que no se trata de un acto rebelde, sino de un simple recreo para después volver al trabajo.

Algo parecido sucede con Moana, la película. En una isla de la antigua Polinesia, una niña llamada Moana es la elegida por el océano para salvar a su comunidad. Hace mil años, el semidiós Maui le robó el corazón a la isla madre Te Fiti, y desde entonces una oscuridad mortífera empezó a esparcirse.

Moana es la futura jefa del pueblo y para detener el avance de la oscuridad tendrá que cruzar el arrecife en busca de Maui y obligarlo a que le regrese el corazón a la isla. Como en toda película de aventuras, Moana y Maui tendrán que enfrentar muchas adversidades en el transcurso del viaje.

Lo que más se agradece de la animación es que no cae en la típica historia romántica de princesas de la factoría Disney. Acá Moana lucha para salvar a su pueblo, no para merecer el amor de un príncipe. En este sentido, Moana es una evolución respecto a La sirenita y Frozen.

La película entretiene a pesar de tornarse predecible.

Cuenta con su obligatorio momento emotivo y tiene varias escenas de acción bien logradas, algunas acompañadas con canciones pegadizas a modo de musical. Sin dudas, el personaje del gallo es lo mejor del filme, ya que es el que introduce un humor distinto, que mezcla el gag físico con el absurdo.

Moana: Un mar de aventuras es técnicamente intachable. La claridad del los paisajes y los efectos especiales son imponentes, sobre todo en la escena del reino de los monstruos fluorescentes, donde los colores se aprovechan al máximo.

Lo que no convence es el trasfondo conservador de la historia, que alienta a seguir el corazón y cruzar los límites de lo permitido sólo para volver con mayor felicidad al punto de partida. Para Disney, la familia siempre será una institución incuestionable.