Misterios de Lisboa

Crítica de Mercedes Orden - Cinema Sonor

Misterios de Lisboa es un ejemplo de que el bullying existe desde hace mucho tiempo. Al menos desde el siglo XIX, época en que Camilo Castelo Branco escribe la novela homónima. Claro que ese término no era tal, pero el acoso psicológico existía y el director chileno Raúl Ruiz apela a él para plantear el principio de esta historia interminable.
João ( João Luis Arrais), es un niño de catorce años, blanco de las cargadas de sus compañeros de clase, por el hecho de ser huérfano. En medio de una riña, el joven pierde el conocimiento y, cuando despierta, está en una cama del convento donde vive, junto al Padre Dinis (Adriano Luz) y a la condesa Ángela de Lima (Maria João Bastos). João no comprende la visita de esa mujer, pero el hecho lo impulsa a presionar a su tutor para que le revele cuáles son sus orígenes y, sobre todo, quiénes son sus padres.
Los secretos sobre el pasado de João son apenas la punta del iceberg. Por debajo, amores, asesinatos, conveniencias, enfermedades y venganzas van uniendo las vidas de distintos personajes, quienes forman, en su conjunto, un diario de sufrimiento.
En esta historia polifónica, los diferentes narradores relatan, desde su punto de vista, cómo se fueron desencadenando los acontecimientos por más de un siglo, hasta llegar al joven.