Miss Peregrine y los niños peculiares

Crítica de Rodolfo Bella - La Capital

Un oscuro cuento de hadas

Tim Burton regresa a su universo extravagante, esta vez tomando como punto de partida el libro tan singular como la película que filmó: una narración gráfica de Ransom Riggs construida con fotografías de personas con algún rasgo extraño. Se trata de la historia de un adolescente que luego de morir su abuelo decide viajar de Florida a una isla en Gales para saber si lo que el hombre le contó toda su vida era verdad o pura fantasía.

Luego de la primera media hora en la que se presentan los personajes, "Miss Peregrine y los niños peculiares" tomar impulso a partir de los elementos mágicos, como mujeres que se convierten en pájaro, un niño con fauces en la nuca y otros que dominan el aire y la naturaleza. La película es fiel a la estética de Burton, con atmósferas contrastantes, por momentos violenta y siniestra. Pero en este caso el director acompaña ese universo poblado de freaks con una melodía distinta de fondo sensible y reflexiva.

Los "niños peculiares" podrían haber sido atracciones de circo en el siglo XIX, pero Burton los rescata con sutileza de esa brutalidad y recuerda con su película que la singularidad puede ser una oportunidad, que el mundo realmente puede ser brutal, que la maldad existe, que se debería estar alerta, pero sin olvidar que la belleza en su sentido más amplio también existe.