Misión Imposible - Repercusión

Crítica de Jessica Blady - Malditos Nerds - Vorterix

SU MISIÓN, SI DECIDE ACEPTARLA ES…

Ethan Hunt no tiene paz en esta nueva entrega de la saga.
Más allá de los superhéroes, “Misión: Imposible” se convirtió en una de las franquicias de acción más exitosas de todos los tiempos, en gran parte, gracias al carisma y a las acrobacias de su eterno actor principal: Tom Cruise. ¿Se acuerdan cuando creíamos que iba a hacerse a un lado y dejarle el lugar a Jeremy Renner? Ahora, estamos seguros de que esto NO va a pasar, y que Tomasito va a seguir colgándose de cuanto acantilado/avión/edificio se le cruce, hasta que el cuerpo ya no le dé más.

Pasaron más de veinte años desde aquella oscura primera entrega dirigida por Brian De Palma. La franquicia tuvo altos y bajos (te estamos mirando a vos, “Misión: Imposible II”), pero a partir de la cuarta entrega –“Misión: Imposible - Protocolo Fantasma” (Mission: Impossible - Ghost Protocol, 2011)- encontró un nuevo rumbo y una nueva fórmula con más acción, humor y giros argumentales, y no tanto dramón personal para los protagonistas.

Después de romperla con “Misión: Imposible - Nación Secreta” (Mission: Impossible - Rogue Nation, 2015), Christopher McQuarrie vuelve a ponerse detrás de las cámaras de esta sexta entrega, la única que decide retomar, de alguna manera, los acontecimientos del capítulo anterior y a su inescrupuloso villano Salomon Lane (Sean Harris).

Pasaron dos años desde que Ethan Hunt (Cruise) y su equipo atraparon a este agente descarriado con su propia misión para “salvar al mundo”. Ahora se vienen las repercusiones de dicho arresto, y los seguidores de Lane, apodados Los Apóstoles, deciden continuar con su obra amenazando con detonar tres artefactos nucleares en ciudades no identificadas.

Ahí entran en juego Hunt, Luther (Ving Rhames) y Benji (Simon Pegg) tratando de evitar que el plutonio caiga en las manos indebidas. Lamentablemente, la moral de Ethan le juega una mala pasada, el material radioactivo desaparece y la culpa recae sobre sus hombros poniendo en alerta a la CIA y a Erica Sloan (Angela Bassett), que decide tomar cartas en el asunto, pasar por arriba de la autoridad de Alan Hunley (Alec Baldwin), y meter a su propio hombre en el medio, August Walker (Henry Cavill), un agente de actividades especiales con más músculo que cerebro.

A Hunt y su gente no le queda otra que hacer equipo con Walker y viajar a París para contactar a la Viuda Blanca (Vanessa Kirby), mujer de sociedad que, en sus ratos libres, también se dedica a la venta de armas y, en este caso, a contactar al vendedor del plutonio con su posible comprador.

Se podrán imaginar que nada ocurre como lo planeado y ahí empieza la verdadera misión imposible. En el medio, Ethan descubre que el pago para acceder al plutonio es la excarcelación de Lane, que viene cambiando de prisión y gobierno desde su captura, hace dos años atrás. Y si bien tiene seguidores que harán lo que sea para liberarlo, hay otros como Ilsa Faust (Rebecca Ferguson) que no van a permitirlo tan fácilmente, entorpeciendo la tarea del mismísimo agente del FMI.

McQuarrie tira todo por la ventana, nos lleva de Belfast a Berlín, después a París y Londres, para terminar entre las nevadas montañas de la India. Ethan y su equipo echan mano de todos los artilugios conocidos aunque, en esta ocasión, se nota que el director va por la acción física y más cruda, y no tanto por el lado de las complicadas puestas en escena y los escenarios tecnológicos de entregas anteriores.

A Cruise no le queda acrobacia por hacer (y sabemos que las hace todas), pero también aprovecha para demostrar su costado sensible sin exagerar. Hunt siempre se nos presentó como una especie de superhéroe irrompible, y es bueno ver aflorar un poquito de su humanidad, siempre apoyado por el humor de Pegg y el sarcasmo de Rhames.

No sabemos qué pasó con William Brandt (Renner), aunque suponemos que siguió por el lado de la burocracia gubernamental y ahora trabaja en alguna oficina de Washington o Langley. Acá, le toca, una vez más, a Ferguson jugar el papel de la chica pateatraseros, aunque (todavía) no forme parte de este equipo oficialmente. Ahí se la extraña a Paula Patton.

McQuarrie se rodea de demasiada testosterona, pero balancea la narración hacía el final (no vamos a dar pistas). Lamentablemente, Kirby está demasiado estereotipada y desaprovechada dentro de una historia que tiene tiempo de sobra (dos horas y media) para darle un poco más de relevancia a este personaje casi ocasional. Sabemos que la estrella sigue siendo Cruise y ahí es donde debe poner el foco. Actor y director vienen trabajando juntos desde hace rato (“Jack Reacher” y más allá, en su etapa como guionista) y se nota la química a la hora de orquestar cada una de las escenas de acción, además de los efectos en cámara, que le dan un aspecto visual (McQuarrie filma en 35mm.) y una veracidad imposible de emular con una pantalla verde de fondo.

El realizador aprovecha el 10° aniversario de “Batman: El Caballero de la Noche” (The Dark Knight, 2008) para rendirle su sincero homenaje (sí, no es joda); hasta la banda sonora de Lorne Balfe nos recuerda los sonidos de Hans Zimmer, demostrando como la secuela de Christopher Nolan sigue impactando e influenciando al cine de acción después de tantísimo tiempo.

Por lo demás, “Misión: Imposible – Repercusión” es una dignísima secuela que mantiene el nivel de la franquicia, sigue siendo fiel a su homónima televisiva, se supera con sus escenas de acción y persecuciones, pero no aporta nada nuevo y se apega a una fórmula que le funciona muy bien. La trama, como es costumbre, está llena de giros, tal vez se extiende demasiado y, por momentos, se torna un poquito previsible si prestamos la debida atención a la saga.

Igual, todo es mega disfrutable y pochoclo del bueno, aunque Cavill no mantenga el mismo encantando de, por ejemplo, “El Agente de C.I.P.O.L.” (The Man from U.N.C.L.E., 2015). Entendemos que no es su trabajo hacer del tipo fachero (nadie puede opacar a Tom, ¿no?) -y suponemos que de ahí viene el bigote polémico-, pero tampoco le queda muy cómodo el rol de agente duro y despreocupado. Ojo, también puede ser que no le dé el rango actoral e hizo su mejor esfuerzo.

“Misión: Imposible” sigue sumando buenas entregas a una franquicia bien consolidada, perpetuando el género de espías en clave más “liviana” y otorgando buen entretenimiento. La oscuridad de De Palma hace rato quedó atrás, pero los que tomaron el testigo encontraron el tono intermedio para el lucimiento de su estrella y de estas historias plagadas de acción y suspenso que dejan los quilombos políticos en manos de otro tipo de proyectos.

LO MEJOR:

- Tom Cruise no se rompe.

- El balance entre acción, humor y recontra espionaje.

- El aspecto visual y los efectos.

LO PEOR:

- Se hace un poco chiclosa.

- Queremos más mujeres en ese equipo.