Misión Imposible 5: Nación Secreta

Crítica de Guillermo Monti - La Gaceta

La mejor entrega de una serie inoxidable

El agente Ethan Hunt y sus compañeros han sido desactivados por el Gobierno estadounidense. Solos y perseguidos deben enfrentar a un enemigo temible: el Sindicato, un grupo misterioso y letal que está sembrando el terror en todo el mundo.

Christopher McQuarrie escribió “Los sospechosos de siempre” hace más de 20 años y con esa contribución podía darse por cumplido. El antecedente habla de los kilates de McQuarrie como guionista, por más que sus trabajos posteriores -casi siempre al filo del thriller- no hayan alcanzado aquella brillantez. Y eso que fueron muchos. ¿El más flojo? “El turista”, aquel fiasco de la dupla Depp-Jolie. Pero McQuarrie está en plena forma y la asociación profesional que estableció con Tom Cruise se extendió a la dirección. McQuarrie escribió “Operación Valkiria” y “Al filo del mañana”, y condujo a Cruise en “Jack Reacher”. Esa retroalimentación creativa alcanzó el punto de cocción en esta quinta parte de “Misión: imposible”, la mejor película de la serie.

A Cruise los 53 años no se le notan en el cuerpo. Lo increíble es que no utilice dobles para las escenas de acción, que son muchas, arriesgadas y espectaculares. En la piel del incombustible Ethan Hunt, Cruise se cuelga de un avión en vuelo, salta desde el techo de la Ópera de Viena y maneja una moto a velocidad supersónica. También se disfraza; si no, no sería Ethan Hunt.

Esos pasajes están filmados con mano maestra por McQuarrie y se amalgaman con la trama, que está narrada con el tono y el ritmo justos. “Misión: imposible-Nación secreta” es, en esencia, una atractiva historia en la que se mezclan teorías conspirativas, guerras subterráneas de agencias de seguridad y amenazas terroristas modernas. Todo saltando de país en país, a lo James Bond y Jason Bourne. Felizmente, alguien se acordó en Hollywood de que la fórmula sigue siendo tan simple como un buen cuento.

Rebecca Ferguson juega muy bien de femme fatale y Jeremy Renner se ajusta al rol secundario que le toca, mientras Sean Harris compone un villano a la altura. Otra perla: la música. Joe Kraemer combina variaciones del Nessun Dorma, de Puccini, y el clásico “Misión: imposible” de Lalo Schifrin, orgullo argentino.