Misión Imposible 4: Protocolo Fantasma

Crítica de Pablo Raimondi - SI (Clarín.com)

Tormenta del desierto

No apto para gente con vértigo, Tom Cruise sigue reticente a abandonar las escenas de riesgos en este clásico del espionaje. Pero ¿cuáles son los condimentos que hacen a Misión Imposible 4: Procolo fantasma, una de las “películas del verano”?

Una de ellas es la tecnología de los gadgets del agente secreto Ethan Hunt, que puede dejar perplejo a más de un cinéfilo geek. ¿Un ejemplo? La pantalla espejo que recrea una copia idéntica de un pasillo del Kremlin para que los espías se apoderen del botín. Otro punto fuerte es la adrenalina con la cual se va hilando el film, que posee pocos espacios para la reflexión, y la acción a veces empalaga el argumento. Señor espectador: no espere minutos de descanso ni escenas románticas: estas son misiones con objetivos casi utópicos donde los golpes y la sangre (discreta, eso sí) se mezcla con disparos letales.

El director Brad Bird tira una perdigonada de situaciones donde el equipo de espionaje, que se completa con la misteriosa Jane Carter (Paula Patton) y el inventor nerd Benji (Simon Pegg), deberá meterse con la mafia rusa, agentes serbios y evitar que el malísimo Cobalt (otro indestructible como Ethan), se apodere de unos misiles nucleares para sembrar el terror en el mundo. Bah, lo de siempre.

Lanzarse de clavado con un auto desde un nivel de estacionamiento a otro (y sobrevivir por la efectividad del air bag) o trepar uno de los rascacielos mas imponentes de Dubai, gracias a unos guantes que hacen una ventosa fuera de lo común sobre la superficie vidriada, son de las escenas donde lo ficticio supera lo real. Y acá es donde la peli decae.

La cantidad de agentes encubiertos y la superposición de objetivos genera una trama confusa donde se pierde la ubicación de los personajes y también el objetivo a seguir. El trofeo al buen gusto viene con las exóticas locaciones de la peli: la gélida Moscú, el super lujo de Dubai (donde una tormenta de arena le da una original atmósfera y giro a la misión) y la caótica Bombay que, a su vez, sirven de abanico para el inicio de las misiones que pueden recibirse desde un teléfono público o dentro de un vagón de un tren carguero ¡en movimiento!.

Una vez más Tom Cruise no pierde su magnética sonrisa ni deja de sorprender con sus movimientos físicos de ataque y defensa. La incógnita que queda abierta es si una saga de este estilo tiene alguna forma de reinventarse y no caer en la repetición de la típica fórmula: adrenalina + tecnología + paisajes al tono = ¿continuará?