Misión Imposible 4: Protocolo Fantasma

Crítica de Juan Carlos Di Lullo - La Gaceta

Misión cumplida, una vez más

Los seguidores de la saga que ya ha llegado a la cuarta entrega (y, antes que ellos, los fanáticos de la serie televisiva de fines de los años 60 que dio origen a los filmes) conocen perfectamente el menú: como entrada hay un episodio que se resuelve rápidamente y en seguida se sirve el plato principal: el encargo de la nueva misión, hecha la clásica salvedad ("si usted decide aceptarla"). Luego viene la presentación de los ingenios electrónicos preparados para el caso específico y de las máscaras que servirán para suplantar a algún personaje o para asegurar la huida. Todo esto aderezado con escenas de acción, persecuciones, peligros extremos y el riesgo permanente de que la misión termine estropeada por algún imponderable. En esta oportunidad, los guionistas aportan cierta originalidad: la primera escena termina con un agente muerto, la secuela de esa acción con la explosión de medio Kremlin y la sospecha de que el agente Ethan Hunt y sus colaboradores han fracasado al punto que se justifica la disolución de la fuerza especial a la que pertenecen. Por lo tanto, deberán actuar en absoluta soledad no sólo para desactivar una amenaza nuclear sino para demostrar su inocencia y aventar las dudas acerca de su lealtad a la causa.

El director Brad Bird encaró con solvencia el reto de plasmar esta nueva historia; en su primer largometraje con actores de carne y hueso (antes había realizado las excelentes animaciones "Los increíbles" y "Ratatouille" para los estudios Pixar), Bird explota con la sabiduría de un veterano las posibilidades que le brinda el manejo de una producción multimillonaria. Las secuencias de acción están realizadas con gran solvencia técnica, con una admirable disposición de las cámaras y resueltas en el montaje con un ritmo frenético pero que no abruma al espectador. La elección de las locaciones (Budapest, Moscú, Dubai, Bombay) está también al servicio del espectáculo que se le propone al público y en función de la fluidez del relato, cuya intensidad no decae nunca a lo largo de las casi dos horas de proyección.

La cuarta misión en la pantalla grande, entonces, no sólo no defrauda a los millones de seguidores que ya tiene la saga en todo el mundo, sino que seguramente aportará algunos nuevos aficionados, que esperarán la más que cantada (¿en 3D?) quinta experiencia del agente Hunt y los suyos.