Misántropo

Crítica de Martín Goniondzki - Cinéfilo Serial

Tras nueve años de su última incursión cinematográfica («Relatos Salvajes»), Szifrón debuta en el mercado hollywoodense con un policial bastante oscuro, que se apoya mucho en sus personajes y en el minucioso trabajo del creador de «Los Simuladores» tanto en el guion como en la estilizada e impecable puesta en escena que propone.

Si nos atenemos a la definición que aparece en el diccionario, Misántropo es aquel que le tiene aversión a tratar con otras personas, algo que viendo el film entendemos prácticamente desde su secuencia inicial y que tiene mucha mayor relevancia que su título anodino en inglés «To Catch a Killer». Gracias a algunos comentarios que deslizó el director de «Tiempo de Valientes» en entrevistas, el relato parece haber contado con algunos contratiempos en cuanto a producción, debido a la temática que trata y el momento convulsionado que atraviesa la sociedad norteamericana respecto a la violencia. Si a eso le sumamos la habitual dificultad de los directores internacionales que debutan en la meca del cine para imponer su visión en lo que buscan narrar y las presiones de los estudios para recuperar lo invertido, no es de extrañar que su experiencia no haya sido del todo agradable. Esto por supuesto no se condice con el resultado ya que nos encontramos ante un thriller policial más que sólido de esos que ya no abundan y que eran moneda corriente décadas atrás.

El largometraje nos sitúa en la ciudad de Baltimore, en la noche de Año Nuevo. Los ciudadanos festejan en las calles y en sus casas observando un gran show de fuegos artificiales que iluminan la oscura y fría noche. En ese contexto, ocurre un feroz ataque producido por un francotirador que deja un saldo de 29 muertos y ni una sola pista en la escena del crimen. Eleanor Falco (Shailene Woodley), una introvertida y muy talentosa oficial de policía, es reclutada por el agente especial del FBI Geoffrey Lammark (el siempre fenomenal Ben Mendelsohn) para integrar el equipo a cargo de la identificación y captura del homicida.

La secuencia que abre el film nos mete de lleno en el conflicto y nos introduce varias de las geniales ideas visuales que posee Szifrón y que irá construyendo a lo largo del relato junto con la maravillosa visión de Javier Juliá («Argentina 1985», «El Último Elvis»), director de fotografía que ayuda a erigir esa pesada atmósfera de Baltimore. Ahí queda marcado tanto la tensión como el tono que rodeará a la narración y que por momentos parece estar influida por el cine de David Fincher (especialmente «Zodiaco» y «Pecados Capitales») al igual que «El Silencio de los Inocentes» (1991) y el cine de Alan J. Pakula.

La relación de agente experimentado versus la joven promesa que está dando sus primeros pasos, fue tratada hasta el hartazgo en el policial, no obstante, aquí cobra fuerza gracias a los interesantes intercambios que se dan entre Mendelsohn y Woodley, apuntalados por otro de los fuertes del realizador argentino, la dirección de actores. Woodley, que además oficia de productora, se calza al hombro el protagonismo y se pone de igual a igual con su experimentado partenaire en un rol bastante atractivo que viene a trabajar la visión de una calculadora agente que tiene algún que otro punto de relación con el estado psicológico del homicida.

El guion de Szifrón junto al ignoto Jonathan Wakeham construye a fuego lento este juego del gato y el ratón que se ampara en la realidad de una fragmentada sociedad norteamericana, en la escalada de violencia producto de posesión libre de armas y también una crítica perspicaz al capitalismo salvaje imperante en EEUU. Por estas cuestiones no es de extrañar que la película no haya gustado tanto en su país de origen y que las críticas se hayan quedado en la superficialidad del film.

Otro de los aciertos del relato pasa por su gran trabajo de montaje que también cayó en manos del argentino y que terminan de amalgamar ese comienzo arrollador con un segundo acto más tranquilo desarrollado más que nada en las oficinas del FBI y apoyados en la investigación para ir preparando ese tercer acto apabullante en las afueras de la ciudad.

«Misántropo» es un thriller policial formidable que demuestra toda la destreza y maestría de Szifrón como director. Si bien se puede notar por momentos la incomodidad por la que tuvo que atravesar el argentino para llevar su historia a buen puerto, también se ve su impecable pulso para construir las escenas de acción y el ritmo del relato (con un más que meticuloso trabajo a la hora de erigir el suspense y la tensión). Otro notable trabajo de uno de los más destacados directores de argentina.