Miragem

Crítica de Ezequiel Boetti - Otros Cines

Paulo es un taxista que recorre noche a noche las calles de Río de Janeiro a bordo de un vehículo alquilado. A lo largo de esas extenuantes jornadas laborales se cruza con varios síntomas de una violencia social creciente, desde mensajes de radio anunciando asesinatos a colegas hasta la presencia de algunos pasajeros agresivos. Es un contexto que permeará el estado de ánimo de un hombre que, además, hace un buen tiempo que no puede ver a su hijo porque su mujer lo ha denunciado por no pasarle dinero.

Dirigida por Eryk Rocha (hijo de Glauber) y seleccionada para la Competencia Vanguardia y Género del BAFICI 2020 que debió cancelarse por la pandemia del Coronavirus, esta coproducción entre Brasil y la Argentina continua con la aparición de un interés romántico encarnado en la figura de una amable enfermera que Paulo levanta en la puerta de un hospital. Con ella se abrirá una subtrama con las historias íntimas de esos seres solitarios y cacheteados por distintas situaciones.

Miragem ofrece, entonces, dos películas en una. Por un lado, el registro claustrofóbico de la rutina de un hombre silencioso que trabaja en modo automático, como si estuviera alienado. Aquí Rocha hace gala de un manejo extraordinario de los espacios asfixiantes del taxi, a la vez que logra puntear sin subrayados un estado social de crisis y preocupación.

La otra película se vincula con la relación entre Paulo y la enfermera, una línea que avanza a través de lugares comunes y un contrapunto constante entre ambas personalidades. Esta parte es un drama romántico más bien convencional, sin demasiado vuelo ni ideas, pensado para intentar darle espesura emocional a dos protagonistas que resultan más atractivos cuando los envuelve el misterio.