Mil veces buenas noches

Crítica de Horacio Bilbao - Clarín

Fotógrafa en crisis

La pobre resolución de las escenas y algunas actuaciones atentan contra la buena intención del filme.

Si la primera escena chocaba contra el poco creíble papel de Binoche, ahora la historia navega en la psicología de una difícil decisión. ¿Quién necesita más esas fotos, los refugiados, las víctimas de las atrocidades más inhumanas o la propia Rebecca, empujada por su necesidad de adrenalina? Sobran preguntas válidas y diálogos básicos, silencios importunados con música para emocionar, clips del amor profundo que se profesan en la familia y una pulsión constante para que Rebecca vuelva a escena.

Hay frases hechas y crueles. Se habla de un mundo más interesado en un affaire de Paris Hilton que en el genocidio de Africa. Se contrapone la exposición escolar de la hija mayor de la familia con la del joven infame que dice: “En Africa cualquiera puede ser Drogba”.

Una buena historia, un tema, no garantiza una buena película.