Mil veces buenas noches

Crítica de Alejandro Castañeda - El Día

Señoras que dudan y hombres que matan

El noruego Erik Poppe (“Aguas turbulentas”) vuelve con otra historia que se tutea con el sentido del deber, la culpa y personajes angustiados y dudosos. Rebecca (Binoche) es una fotógrafa de guerra. Trabaja en tierras peligrosa. Herida, vuelve a su casa. Y allí enfrentara otra batalla: ni su esposo ni sus hijas quieren que se vaya más. Deberá elegir: o la adrenalina de la guerra o la familia. Ese es el tema. La vocación y el deber, por un lado; los afectos y la paz hogareña por el otro. Sobre estas opciones transcurre un film que tiene, al principio y al final, en Kabul, sus dos mejores escenas: los conmovedores preparativos de dos mujeres con explosivos, listas para inmolarse. A Rebecca sus hijas y el marido la reclaman. “Pero es el instinto lo que me manda a estar allí”, explica, aunque añade que lo que anhela con sus fotos, de alto impacto, es que a la gente cuando abre el diario se le atragante el desayuno con esas devastadoras imágenes. El filme está muy bien al retratar el peligro, pero trastabilla en las escenas hogareñas, se vuelve algo empalagoso y se alarga, aunque nunca cae en excesos. La angustia, la culpa, el verdadero lugar de cada uno en son explorados en este relato que juega demasiado con los contrastes. Rebecca, al final, al querer registrar los preparativos de otra mártir, parece entender que inmolarse en el frente (con explosivos o con cámaras) puede ser inútil y terrible.