Mika, mi guerra de España

Crítica de Santiago Berisso - EscribiendoCine

Sólo un océano nos separa

Decisiones que por más extremas e irracionales que sean, denotan un compromiso con una causa imposible de evadir, del que difícilmente surja un arrepentimiento. Mika e Hipólito Etchebehere las han tomado en su vida y hoy, los directores Fito Pochat y Javier Olivera se encargan de que sus historias no queden borradas por el tiránico paso del tiempo.

Mika, mi guerra de España (2012), documental co-dirigido por Fito Pochat y Javier Olivera que cuenta la historia Mika Etchebehere, una argentina que llegó a España, junto con su pareja y compañero de vida Hipólito Etchebehere, apenas unos días antes de que se desatara la sangrienta guerra civil que duraría hasta abril de 1939. Ambos habían iniciado su camino desde muy jóvenes en el Trotskismo, en la Argentina. Luego, tras haber juntado el dinero suficiente para emigrar, viajaron a Europa, donde ellos creían que se encontraba más encendido el espíritu y los valores de la revolución, que pregonaban y según los cuales construían su día a día. Primo fue Alemania, donde según Mika “la posibilidad de la revolución estaba ahí nomás”, hasta que como ya sabemos, el nazismo llegaría al poder para aplastar toda idea revolucionaria. Luego, fue España y su propia guerra.

En 2007, un libro llega a manos de Fito Pochat. Se trata de “Mika, mi guerra de España”, escrito por ella misma, con el agregado de que Hipólito era ni más ni menos que el tío abuelo de Pochat. A través de una excelente recopilación de imágenes de archivo, acompañada por el relato en off de la actriz Cristina Banegas, las palabras escritas se recrean fielmente en la pantalla. Al mismo tiempo que Arnold, sobrino de los Etchebehere, nos muestra la España de hoy, por medio del viaje que realiza para recordar en mi primera persona el indeleble paso de sus tíos.

A lo largo del documental, conocemos la historia de un libro, la historia de una pareja de argentinos que no vio otra alternativa moral que viajar al epicentro más oscuro del hombre en ese entonces. De todos modos, siempre que nos interiorizamos con este relato, lo hacemos desde una mirada en la que la el intimismo propio del vínculo familiar triunfa sobre el registro periodístico en el que se privilegia pluralidad de fuentes, aunque sea en su cantidad. Mika, mi guerra de España nos permite viajar a la península ibérica una vez más. Pero se pudo haber aprovechado mucho más este viaje de Arnold en el presente para indagar aún más en sus antepasados, en Mika y en definitiva en las secuelas de una guerra que involucro a todo un país durante casi tres años.