Mika, mi guerra de España

Crítica de Miguel Frías - Clarín

La gran capitana

Mika, mi guerra de España es el retrato íntimo de una pareja argentina cuyo destino cruzó la Historia del siglo XX. Un destino revolucionario, cargado de pasión y muerte. Elegido. Porque Mika Feldman e Hipólito Etchebéhère, que se conocieron en Buenos Aires militando por la reforma universitaria de 1918, decidieron combatir en cualquier lugar en donde se peleara por un mundo nuevo. El cayó bajo las balas franquistas, durante la Guerra Civil Española; ella, condujo tropas republicanas: fue capitana, la única mujer con mando.

“Una mujer dirige la compañía y los milicianos lavan sus calcetines. Para revolución, ya es grande”, recuerda Mika que le dijo alguien durante su “guerra de España”. Lo recordó, en realidad, en su libro de memorias (reeditado ahora por Eudeba), leído en off -o deberíamos decir: interpretado en off- por Cristina Banegas, quien nos hace sentir que Mika –muerta en 1992, a los 90- nos habla en primera persona, con un lirismo y un coraje dignos del Che.

Otros elementos fuertes de la película son las imágenes de archivo: fotos de la pareja -que decidió no tener hijos para luchar sin condicionamientos-, escenas de los combates en el frente, y dos entrevistas a Mika: una, hecha por la televisión española; la otra, en blanco y negro, por la francesa.

Este filme, realizado por Fito Pochat y Javier Olivera, sobrinos nietos de Hipólito, no procura salirse de lo convencional: sabe que la historia que cuenta tiene la fuerza y el interés suficientes. Mika comenzó siendo anarquista, luego fue marxista y finalmente trotskista. Luchó contra el nazismo, el fascismo, el franquismo, hasta que también confrontó con el stalinismo. Es raro, o no tanto, que ella e Hipólito no sean muy conocidos. Este documental y la reedición del libro intentan reparar esa injusticia histórica.