Mientras duermes

Crítica de Aníbal Perotti - Cinemarama

Mientras duermes se presenta como un thriller psicológico con referencias evidentes a Hitchcock y a Polanski, una película de suspenso doméstico que se desarrolla dentro de las paredes de un edificio céntrico y cuyo protagonista es un portero perverso que sólo es feliz causando la desdicha de sus semejantes. El director intenta construir una representación de la angustia con sketchs que pretenden ser macabros, pero no va más allá del telefilm. La película recopila una galería de sainetes costumbristas que incluyen a la vieja solterona con sus perros, a la familia numerosa, a la señora de la limpieza con su hijo y al argentino infame. La primitiva puesta en escena no aprovecha la dimensión vertical del edificio ni el espacio de los pasillos entre los departamentos. Balagueró tampoco parece capaz de sondar toda la malevolencia del personaje principal que termina provocando una tediosa indiferencia.

César procura descomponer la existencia de cada uno los propietarios. La intriga tarda en establecerse en torno al departamento de la bonita Clara, cuya vida se muestra como un compendio de clips publicitarios de algún yogurt o de ropa interior femenina. La bella joven nunca se deja abatir, pero el obsesivo portero no se da por vencido y se introduce en el departamento, la espera debajo de su cama, la dopa sin que se de cuenta y pasa la noche junto a ella. Las escenas se repiten de manera esquemática y previsible hasta que una noche, en la cumbre de lo inverosímil, el solitario César redobla la apuesta y duerme entre Clara y su novio. A partir de ese momento todo resulta decididamente falso, forzado y torpe: desde la tibia actuación policial hasta las vueltas de tuerca de un final rebuscado, pasando por la trunca relación con la madre internada en una clínica. En lugar de someterse a Mientras duermes, recomiendo volver a ver Harry, un amigo que te quiere bien, el clásico inagotable de Dominik Moll que, sobre un tema similar, construye una espiral creciente se suspenso, terror y locura que está en las antípodas de este baño de maldad ramplón y anodino.