Mientras duermes

Crítica de Alejandro Lingenti - La Nación

Thriller psicológico efectista y limitado

Considerado en su país un maestro del cine de terror moderno, el español Jaume Balagueró cautivó a buena parte de la crítica en el último festival de Sitges, lugar de referencia para el género, con Mientras duermes , film estrenado en Europa en octubre del año pasado y que llega con bastante retraso a la Argentina. Con películas como Darkness , Frágiles , REC y REC 2 (las dos últimas codirigidas por Paco Plaza), Balagueró se ganó el calificativo de "experto en suspense " y logró incluso que muchos en su país levantaran voces de protesta por haber sido olímpicamente ignorado en los últimos Goya, los premios más importantes de la industria ibérica.

Mientras duermes tiene como protagonista al oscurísimo César (Luis Tosar, de buen trabajo), conserje de un edificio en Barcelona que invade subrepticiamente la casa de una atractiva y simpática inquilina (Marta Etura) cuya vitalidad lo enerva. Cada noche la anestesia con cloroformo y se mete debajo de su cama, hasta que, como es previsible, lo descubren y la historia pega un giro violento.

Hay que reconocer que Balagueró maneja bien los climas de la intriga y que provoca inquietud con recursos económicos austeros. Mientras duermes funciona bien hasta que llega esa bisagra donde la historia se pone más truculenta. Pero la película empieza a agrietarse porque el elenco que acompaña a Tosar flaquea y porque el guión le exige al espectador una complicidad casi abusiva.

La idea del director está más o menos clara: el retrato de un personaje mezquino, depravado e inhumano que no puede ser feliz y no soporta la supuesta felicidad de los demás. Para ese modesto objetivo, Balagueró no ahorra efectismo ni golpes bajos, es tan cruel con sus personajes como el propio César, aunque acierta en la idea de ponernos de su lado, de observar el mundo con su mirada perturbadora, una idea realmente osada. A diferencia del estilo gótico de su celebrada ópera prima, Los sin nombre , el realizador de Lérida eligió esta vez una puesta en escena más realista, muy adecuada para el thriller psicológico, en la línea de lo que en su momento trabajó muy bien Roman Polanski, referencia inocultable de esta película. Falla, en cambio, cuando introduce la línea policial, débil, desdibujada. Y se pasa de rosca con un final forzado, con pretensiones revulsivas, pero decididamente tosco.