Miedo profundo

Crítica de Daniel Lighterman - Visión del cine

Del director de La Huerfana, llega Miedo Profundo.
Desde que en 1975 las audiencias de todo el mundo quedaron hipnotizadas por la película Tiburón, hubieron 3 secuelas oficiales, versiones europeas, telefilms y más películas de ataques de tiburones de las que uno puede recordar. Este 2016 llega a los cines Miedo profundo , una nueva película con una premisa un poco mas intimista pero con el mismo resultado que el resto de los films de igual temática.

Nancy esta en medio de una encrucijada en su vida, la pérdida de su madre le quita perspectiva de futuro. Entonces decide aventurarse a la búsqueda de una playa que los nativos mexicanos mantienen secreta para evitar que los turistas la destruyan. Ella la encuentra y se adentra en las aguas para practicar surf y tratar de encontrar algo de paz mental. Pero antes de terminar su día de playa, es atacada por un enorme tiburón blanco, y a partir de ahí su existencia se transforma en un juego de vida o muerte donde alcanzar la orilla es el premio máximo al que se puede aspirar.

Al principio, y tal como ocurrió con el primer teaser que se vio del film, parece que estamos viendo una película bastante original en su punto de vista, centrada más en el duelo entre el personaje y la bestia, al mismo tiempo que la naturaleza misma del mar beneficia a uno y otro. Pero rápidamente la aparición obvia y muy expuesta del tiburón saca cualquier poética que el film había generado y pasados los minutos iniciales, Miedo Profundo se transforma en un producto digno del cine clase B, solo que con buen presupuesto.

Para ser honesto, la verdadera intención estética de Miedo profundo se devela demasiado rápido en el film. La secuencia de apertura carece de la sutileza de todas sus predecesoras, incluso de películas muy inferiores a esta. Luego, una vez desatado el conflicto, vemos un tiburón que gruñe, retrocede (algo que los escualos no pueden hacer físicamente) y hasta pone cara de dolor, por más imposible o ridículo que esto suene.

El punto más alto es sin duda su fotografía, a cargo de Flavio Martínez Labiano (quien supo trabajar para Alex De La Iglesia). Siguiendo la línea de directores de fotografía como Clark Little, las tomas de oleaje, las tomas subacuáticas y los ralentis son realmente bellísimos. El problema es que los efectos digitales son claramente inferiores en su estética a las imágenes obtenidas por el director de fotografía.

Blake Lively como Nancy realiza una actuación apenas aceptable. Su personaje pasa demasiado rápido de su condición de “persona pensativa” a heroína de acción, y ninguna de esas facetas las desarrolla demasiado en profundidad. El paralelo con el personaje de Chrissie (la primer muerte en Tiburón) es claro, y la película no ahorra en homenajes al film del ’75, pero eso no alcanza para conformar a los fans de una de las películas más icónicas de la historia del cine.

Esta película tiene en definitiva, el potencial de atraer a las salas a toda una generación que no posee muy buenos referentes de este tipo de films de monstruos devora hombres. Pero para aquellos que ya hemos pasado por la experiencia tantas veces, realmente Miedo profundo no aporta nada interesante para ver y muchas de sus escenas terminan siendo más graciosas que terroríficas.