Midway: Ataque en altamar

Crítica de Santiago García - Leer Cine

La batalla de Midway fue un conflicto aeronaval que se desarrolló entre el 4 y el 7 de junio de 1942. Seis meses después de que Japón bombardeara Pearl Harbor y marcara así el comienzo de la participación de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. La victoria norteamericana fue clave para el desarrollo de la guerra y cambió definitivamente el curso de la misma.

El cine ha tenido acercamientos previos al conflicto, muy anteriores a la película que se estrena ahora. Hubo film japoneses pero en occidente esta batalla se conoce por dos grandes títulos: Midway (1976) de Jack Smight y el extraordinario cortometraje de John Ford The Battle of Midway (1942) ganador del Oscar a mejor documental.

Este nuevo film ofrece todo lo que uno puede imaginar de una superproducción dirigida por Roland Emmerich, tanto en lo bueno como en lo malo. La película arranca con Pearl Harbor, no solo para ofrecer una base emocional fuerte para que toda situación eufórica vinculada con la guerra no sea vista de forma negativa, sino también para aprovechar y mostrar algunas escenas espectaculares extras.

Un elenco con varias grandes figuras permite que se sostengan momentos no del todo inspirados y en particular Woody Harrelson como Chester Nimitz, comandante en jefe de la flota estadounidense del Pacífico, logra algunos excelente momentos. El resto son caricaturas muy simples con escenas poco logradas cuando no implican acción. No, no está todo mal, no todo es indiferente, pero queda claro que es una historia difícil de contar, como bien había demostrado el film de 1976, cuyo elenco era gigantesco, lleno de verdaderas estrellas.

Sin duda es apasionante el combate aeronaval y Midway es memorable. Tanto en las estrategias japonesas como norteamericanas, hay mucho por contar y aprovechar, pero en el cine las historias en primera persona funcionan mejor y es necesario a veces darle ese toque de melodrama que funcione como película. Pero entonces llega John Ford, y recordamos que en Fuimos los sacrificados (1945) se podía hacer todo y al mismo tiempo una obra maestra.

¿Y por qué John Ford puntualmente? Porque John Ford es uno de los personajes secundarios de la película. Cuando los japoneses atacaron Midway Ford estaba con su equipo y sus cámaras filmando un documental. Como bien se muestra en la película, Ford se negó a esconderse en un refugio y siguió filmando, esto le permitió conseguir tomas increíbles y también algunas heridas de guerra producto del ataque que filmó. Ford es mostrado como un cineasta y un valiente en la película de Emmerich. Busquen las imágenes que Ford plasmó en su cortometraje, porque incluye a muchos combatientes que no sobrevivirían a la batalla de Midway. No solo es impactante, también es fordiano de punta a punta.

Roland Emmerich, asociado a superproducciones taquilleras sin demasiado interés cinematográfico, tiene varios films logrados, además de importantes bodrios, aunque no se sepa, ha hecho algunos films pequeños también. Esta película entra en ese concepto mastodóntico sin sustancia con el que se lo suele encasillar. Para los amantes de la Segunda Guerra Mundial y los combates aéreos, la película ofrece un espectáculo digno de una pantalla grande, bien grande.