Midway: Ataque en altamar

Crítica de Hugo Zapata - Cines Argentinos

Midway representa uno de los trabajos más decentes que brindó el director Roland Emmerich en los últimos años.
Se trata de un proyecto muy personal del cineasta que desde los años ´90 intentaba concretar y eventualmente se convirtió en una de las producciones independientes más caras en la historia del cine norteamericano, al contar con un presupuesto de 100 millones de dólares.
Este hecho de la Segunda Guerra Mundial ya tenía su antecedente en aquella película de 1976, que contó con un reparto de lujo, con Henry Fonda, Charlton Heston y Toshiro Mifune, pero con secuencias de acción que eran un pastiche de escenas tomadas de otros filmes bélicos.
La reconstrucción de los hechos tampoco fue muy acertada, un tema que le generó una recepción negativa del público y la prensa.
La versión de Emmerich corrige estas cuestiones con una sorprendente rigurosidad histórica que narra en detalle el contexto de lo que fue una batalla naval clave en este conflicto.
El director de Día de la Independencia despojó a su relato de exaltaciones patrioteras, melodrama o situaciones estúpidas como las que incluyó Michael Bay en Pearl Harbor, con la recordada transfusión de sangre con botellitas de Pepsi.
Midway inclusive es austera hasta en los momentos de la victoria, donde no vemos la clásica escena con los militares norteamericanos a los abrazos.
Dentro de la filmografía del cineasta alemán se posiciona claramente como su obra más madura, donde sobresale un enorme respeto al tratamiento de las fuerzas japonesas, a cuyas víctimas también se les dedica el film.
A lo largo de la trama podemos seguir el desarrollo de los hechos desde las dos perspectivas junto con las estrategias militares que implementó cada bando.
A Emmerich tal vez se le extiende demasiado la introducción porque previamente retrata el ataque a Pearl Harbor más la represalia norteamericana que fue la Operación Dolittle y la batalla del mar del Coral.
En consecuencia, los hechos de Midway recién llegan en la parte final cuando la duración se empieza a sentir en la butaca.
En lo referido al tratamiento de la acción, un campo que domina el director, en general el nivel es muy bueno.
Si bien hay escenas donde se percibe claramente el uso de CGI, Emmerich tampoco abusa de esta cuestión y varios momentos de la gran batalla se pueden disfrutar sin pensar en esta cuestión.
La trama es narrada a través de un ensamble de personajes donde el reparto brinda una labor correcta.
Tal vez la excepción es Dennis Quaid, quien abordó su personaje como si estuviera en una película de los años ´50 y quedó más sobreactuado que el resto de sus compañeros.
Debido a que la narración del director no se enfoca en ningún personaje en particular nunca se llega a establecer una conexión emocional con los protagonistas y esa podría ser otra debilidad para resaltarle al film.
El piloto de combate que interpreta Ed Krain (Juego de Tronos), por sus hazañas documentadas e historia de vida, es el único que consigue despertar una mayor simpatía.
Midway tal vez no quede en el recuerdo entre las grandes producciones bélicas de la última década pero es una propuesta ideal para ser disfrutada en una pantalla de cine.