Midsommar

Crítica de María Paula Rios - Fandango

Desilusiones amorosas, runas mágicas y sacrificios mortales, en la nueva cinta folk horror de Ari Aster.

Los coloridos festivales tradicionales suecos que se llevan a cabo bajo el sol del verano, pueden volverse una verdadera pesadilla bajo la imaginación de Ari Aster; quien no nos dará ni un minuto de respiro en esta cinta que comienza dramática, con una verdadera tragedia, y deviene terrorífica y siniestra. Bien aplica aquí el refrán, de que todo lo que brilla no es oro.

Dani (Florence Pugh) y Christian (Jack Reynor) conforman una pareja que está transitando una crisis, y ambos lo perciben. Ella sufre graves problemas familiares, y él carga con el peso y la responsabilidad de esta situación. Christian, instado por sus amigos, tiene intenciones de abandonarla, pero quizá por el momento que Dani atraviesa, no lo hace.

Hasta que ocurre lo peor, la hermana de Dani se suicida y arrastra a la muerte también a sus padres. La joven desolada se aferra aún más a su novio, y dada las circunstancias este la invita a un viaje a Suecia que tenía planeado con sus amigos. Específicamente Pelle (Vilhelm Blomgren), los invita a conocer la comuna en donde creció y que justamente en el verano festeja una florida ceremonia. Es así que el grupo emprende viaje.

Apenas pisan el verde prado, se estimulan con verde hierba, y se sumergen en un mundo extraño… desconocido. Gente muy amable, vestida con prendas típicas, los invitan a compartir sus ritos ancestrales. Pero gradualmente todo se irá enrareciendo, hasta quedar atrapados en una especie de pesadilla surreal… en un lugar en donde en nombre de los dioses se cometerán las peores atrocidades.

La narración de Midsommar se apoya en lo emocional, en la inestabilidad y el dolor reflejado en el personaje de Florence Pugh, para generar un ambiente opresivo, paradójicamente iluminado con mucho sol. Podríamos decir que el director subvierte los tópicos del género, aquí las peores cosas no suceden en la oscuridad, para causar terror y sugestión. Estamos ante lo que la jerga llama una folk horror, películas con entornos naturales, poco explorados, con presencia de comportamientos sectarios.

Dani es una pieza imprescindible en el relato. Una joven metida en una relación tóxica, ahogada en un dilema existencial, que encuentra cierta liberación o desahogo en un entorno de pesadilla, donde el sol constante agobia y quema. Donde una estética florida, simétrica y aséptica, contrasta con una realidad barbárica y perturbadora. Sin dudas esta fábula ancestral coloca a Aster como uno de los realizadores conceptualmente más interesantes del cine de género contemporáneo.