Midsommar

Crítica de Laura Pacheco Mora - CineFreaks

Voluntades anestesiadas.

Un asombroso y lúgubre filme que relata, de una manera muy original, el camino inverso al comienzo del amor de pareja. Algo que suele suceder, sin embargo, sólo un cineasta tan controversial como Ari Aster, comprende y consigue narrar fiel a su estilo, transitando varios tópicos con la profundidad exacta y consiguiendo, en algún momento, confundirnos aunque sin subestimarnos. Una película para disfrutar en pantalla grande y reflexionar con respecto a los meta-mensajes que dan forma a esta película.

En Midsommar (2019) el director y guionista Ari Aster (Hereditary, 2018) nos relata la historia de Dani (Florence Pugh) y Christian (Jack Reynor), una pareja que se encuentra en un punto de inflexión cuando la familia de Dani se ve afectada por una tragedia. Triste por el duelo de la joven, Christian no puede dejarla sola y la lleva a un festival de verano, junto a su grupo de amigos invitados por Pelle (Vilhelm Blomgren), que se celebra una vez cada 90 años en un pueblo sueco aislado.

Pero lo que comienza como unas vacaciones despreocupadas en un país nórdico que festeja el verano, tomará un giro siniestro e inquietante.

Ari Aster nos sorprendió con el horror en Hereditary el pasado año y nos impactó con su corto The Strange Thing About The Johnsons (2011). Esta vez nos asombra con Midsommar, su último trabajo, que profundiza de manera muy original con respecto a la ruptura de una pareja, incluyendo los efectos que supo lograr antes en el espectador y sumando una trama dramática que comunica a varios niveles. El “tercero en discordia”: Pelle representa en realidad a todo factor externo que detecta un momento de flaqueza atravesado por una pareja o un individuo, para así introducirse en la psiquis de la persona: en este caso eligió a una secta, lo que considero un enorme acierto. Un hecho cotidiano en apariencia, sin embargo, nadie advierte sobre cada detalle y momento que afecta a los protagonistas de una separación. Por ese motivo y muchos más, Aster se constituye en un potente observador de la vida, un guionista que conoce a sus personajes íntegramente, la construcción de los mismos, es perfecta. Por otro lado, un director que sabe de lo que está hablando y los mensajes que quiere transmitir, por eso, el sustento dramático y tratándose de una historia de amor, es prodigioso. La estética que lo caracteriza, es admirable, de un realismo sobrenatural y con metamensajes en cada plano. Mandalas naturales y realizados hipnotizantes. Nada librado al azar, todo tiene una razón de ser en esta maravillosa película, y es aprovechado hasta de manera obsesiva; destaco la teatralidad, la música y los metalenguajes de sus bellísimos planos generales, que bien podrían ser cuadros para deleitar y analizar. Los contrastes naturales en general, en especial los colores de las flores, aportan frescura a la atmósfera de horror y la vestimenta es simple, no obstante, importante para la trama.

Cada movimiento, cada sonido, cada mirada sugieren, hablan y reemplazan diálogos de manera inteligente, así como los efectos especiales muy bien logrados, lo que conduce a que cada palabra tenga sustento, y en donde el silencio se convierte en un preponderante transmisor. Desde ya, las interpretaciones de cada personaje son muy buenas y los contrastes en su totalidad, son admirables. Los cánticos son alienantes, recurso muy bien utilizado por el realizador en sus otros trabajos, los cuales aquí cobran un protagonismo muy particular. Es un film que estimula todos nuestros sentidos de manera sutil, plasmándose en nuestro inconsciente. Se recomienda ver más de una vez.

Nada es casual, cada elemento elegido por Ari Aster, funciona como conductor que el individuo ha elegido de manera intuitiva, hacia dónde desea ir y es atraído por ciertas personas, lugares y situaciones. En este excelente filme, esto es llevado a un extremo tal que el ser es manipulado hasta perder su propia esencia, transitamos juntos el paso a paso y es por eso que conocemos el funcionamiento de estos grupos y comprendemos los motivos que afectan a ciertas personas a mantenerse aferradas. Haciendo un paralelismo con lo cotidiano, existen sectas a nuestro alrededor, no necesariamente recluídas en bosques, sino entre nosotros y en cada pensamiento que no es generado por nosotros mismos, lo cual nos obliga a prestar especial atención para elegir una vida real y no una mentira, en la que nos dicen lo que necesitamos escuchar, nos contienen y nos hacen sentir en familia.