Mi último fracaso

Crítica de Matías Orta - A Sala Llena

Se sabe que hay relación entre las cultura de Argentina y de Corea el Sur. De hecho, este país cuenta con un buen número de ciudadanos de aquellos pagos, que a su vez dieron pie a gran cantidad de descendientes. Entre ellos, Cecilia Kang, directora de Mi Último Fracaso (2016)

En este documental, Kang indaga en el choque cultural desde la óptica de mujeres de la colectividad coreana, desde Ran, su antigua profesora de pintura, hasta Catalina, su hermana, además de otros personajes que se van sumando. La cámara las registra en su quehacer cotidiano (dar clases, preparar la comida o salir de fiesta, según cada generación), y es a través de esas acciones y de las charlas que nos adentramos en las costumbres, los pensamientos y los sentimientos con respecto a su origen y a su relación con la impronta porteña.

El registro del que se valió la directora, tan anclado en el ámbito familiar, no impide que funcione como paradigma, ya que al mismo tiempo logre plasmar la situación de otros clanes de coreanos en territorio argentino.

Mi Último Fracaso es un material muy interesante a la hora de comprender cómo dos culturas pueden convivir y complementarse.