Mi papá es un gato

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Agradable comedia familiar, y felina

Esta película, simpática y hecha con evidente trabajo, es pariente cercana de "Un papá con pocas pulgas": padre adicto al trabajo, una rara transformación que le hace ver las cosas de otro modo, un complot en altas esferas, lealtad filial, moraleja final sobre el valor del tiempo que se pasa en familia (sin desaprobar por ello el amor al trabajo). Esta vez el enredo es más sencillo, y la diferencia inmediata corresponde al género: uno se convierte en perro, otro en gato, pero da lo mismo, los dos sueltan pelo.

Hay otra diferencia más interesante: en vez de ser víctima de un experimento científico, el susodicho padre sufre una curiosa traslación de su alma, lo que enlaza esta historia con otras de viejos tiempos y justifica el título original "Nine lives" (como se sabe, los anglosajones otorgan a los gatos 9 vidas en vez de 7). Y eso es algo directamente mágico, provocado por un tipo raro, dueño de una tienda rara de una callejuela igualmente rara, oculta en plena ciudad moderna, en todo lo cual se advierten unos saluditos a "Gremlins". Bienvenidos sean.

Bienvenidos también los 5 gatos que "interpretan" al gato del cuento, los 9 entrenadores, los especialistas de efectos especiales nativos de Italia y Canadá que hacen que todo parezca sencillo, los 2 sellos de Francia y China que produjeron esta película de apariencia norteamericana, y los 5 libretistas. No, esos no, porque dejan varios hilos sueltos. Director, Barry Sonnefeld, el de "La familia Addams" y "Hombres de negro", productor de "Encantada", etc. Acá además hace la voz de algunos gatos vecinos al negocio.