Mi obra maestra

Crítica de Rodolfo Bella - La Capital

"Ser artista es una discapacidad", dice el personaje de Luis Brandoni en "Mi obra maestra". La ironía es tres veces potente porque lo dice un actor, que encarna a un pintor, y que interpreta un guión escrito por Andrés Duprat, el director del Museo Nacional de Bellas Artes. El director Gastón Duprat debuta en solitario con esta película, mientras Mariano Cohn -con quien compartió sus trabajos anteriores- se reservó el rol de productor. Sin embargo, tal como lo hicieron en "El artista", "El hombre de al lado" y "El ciudadano ilustre", la historia transcurre en el mundo del arte y actividades afines.

En "Mi obra maestra" Luis Brandoni interpreta a Renzo, un pintor que tuvo su momento de gloria en los 80, pero que está resentido contra las reglas de un mercado del arte que hoy lo ignora. Su único amigo es Arturo, a cargo de Guillermo Francella, un galerista que intentará rescatarlo de la decadencia.

Duprat construye una comedia con toques de suspenso y algunos momentos inverosímiles y otros que recuerdan el ingenio de "El artista" o el escepticismo de "El ciudadano ilustre", y un guión que da una mirada irreverente sobre la relación entre los artistas, el mercado, los curadores, críticos, galeristas y coleccionistas, mientras reflexiona sobre el arte y los artistas fieles a sí mismos.