Mi obra maestra

Crítica de Leandro Porcelli - Cuatro Bastardos

[REVIEW] Mi Obra Maestra: De trazo brusco.
En su debut en solitario, Gastón Duprat continúa luego de co-dirigir la laureada ‘Ciudadano Ilustre‘ con un trabajo que nos regala por primera vez a Francella y Brandoni juntos en la pantalla grande.
Después del descomunal éxito de Ciudadano Ilustre, uno de sus co-directores se lanza en solitario con un proyecto de perfil bien alto gracias a una dupla descomunal. El humor de Luis Brandoni y Guillermo Francella esta sin dudas en el centro de la película, lo que queda por ver es sí el director Gastón Duprat logró hacer que el resto de las piezas estén a la altura.
El personaje de Francella lleva años vendiendo las obras del artista interpretado por Brandoni, una relación profesional que después de varias décadas parece haber erosionado bastante su larga amistad. Justo cuando deciden separar sus caminos, llega un trabajo que les muestra el camino para que ambos solucionen mutuamente sus problemas… eso si, no sólo no va a ser fácil sino que traerá más de una complicación, deviniendo en accidentes, vandalismo, hospitalizaciones y hasta una estafa millonaria.
La cinta se sostiene principalmente por el carisma de sus protagonistas, y decide tomar como principal base la comedia. Con dos talentos y personalidades como estas resulta por supuesto en una decisión hasta natural, pero también ayuda que ambos están perfectamente casteados en sus roles. Lamentablemente los mayores problemas están en las partes más dramáticas y reflexivas de la película.
La realidad es que termina fallando en casi todo lo que intenta, pero aún así no logra descolocar a la película en general. Una gran calidad de producción hace que los pasos en falso en cuanto al tono puedan incluso pasar algo desapercibidos, y es que el centro de desventuras cómicas logra mantenerse intacto. El film logra salir airoso de cualquiera de los detalles, pero hay momentos por la mitad del film en que es realmente evidente que el director no logra mezclar el agua con el aceite. Es demasiado tentador caer en la comodidad de dividir la película en tres actos, pero en esta oportunidad están muy marcados: el primero es gracioso, interesante y divertido, mientras que el segundo evidencia problemas de tono que podrían haber condenado al film si no fuese por un tercer acto que aunque por demás flojo, logra dar conclusiones satisfactorias no sólo a la trama sino a la película como un todo.
Saliendo del pleito entre comedia y drama del que sufre la cinta, hay momentos puntuales de distinción estilística que por el contrario no se sienten heterogéneos de forma negativa sino que se encuentran brindándole algo de estructura a la historia. Se trata de un trabajo con muchos contrastes, que terminan teniendo un variado grado de efectividad.
Además del director, la otra parte de la dupla de Ciudadano Ilustre (Mariano Cohn) dice presente en el rol de productor. Pero también contamos con el trabajo de Andrés Duprat: director del Museo Nacional de Bellas Artes, hermano de Gastón, y el guionista de todas las producciones del dúo hasta ahora. Sus guiones tienen un estilo bien marcado, siempre encuentra oportuno convertir a sus personajes en intérpretes de sus visiones y reflexiones sobre el ambiente del arte moderno. Aunque en Mi Obra Maestra, incluye algo que logra hacer funcionar a sus temáticas de preferencia: un contrapunto. Aunque el artista rebelde sirva como crítico y analista del arte en abstracto (o incluso, de la sociedad en general) esta balanceado con el personaje de Francella, que constantemente ofrece variantes a su pensamiento con algún que otro insulto para bajarlo de su caballito. Casi siempre ambos terminan teniendo igual de razón, y el hecho de que no haya uno que “gane” termina por hacerle un gran favor a todas las conversaciones que logran germinar en el trabajo del Duprat guionista.
La dupla protagónica sirve como un imán para la potencial audiencia, y si alguien va a verla con la simple expectativa de disfrutar de ambos puede ir tranquilo que va a quedar más que satisfecho. Por otra parte, más allá de que las comparaciones con el último trabajo del director son tan desafortunadas como inevitables, Mi Obra Maestra prueba ser un primer paso con más gracia que firmeza. Una trama que logra intrigar en un principio y generar tensiones hacia el final, con personajes entrañables interpretados por dos inmensas presencias del cine nacional y que sostiene todo con un humor como para olvidarse de otra cosa más allá de la pantalla. La segunda mitad termina casi por condenar la producción, pero aún así hay suficientes condimentos como para recomendarla a más de uno.