Mi obra maestra

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

Un film sobre la amistad y el fraude en el mundo del arte es el que aborda Gastón Duprat en su primera película en solitario luego de co-dirigir con Mariano Cohntítulos como El hombre de al lado y El ciudadano ilustre.

En Mi obra maestra, Renzo -Luis Brandoni- es un artista que ha pasado al olvido, ya que sus obras no parecen entusiasmarle a nadie y está a punto de ser desalojado. Su amigo desde hace años y marchand, Arturo -Guillermo Francella- discute con él, está cansado de sus desplantes y se siente cada vez más distanciado. Sin embargo, intentará que sus pinturas ocupen nuevamente un lugar importante dentro del mercado con un arriesgado experimento.

La película contrapone la visión de Renzo, un artista conservador que plasma en sus obras temas sociales, con el esnobismo del mundo moderno, revalorizando el espíritu bohemio. También entran en juego las distintas miradas en torno a una obra de arte que puede valer una fortuna o nada. 

Duprat apoya su realización en la relación que se teje entre los dos personajes centrales a través de situaciones graciosas y diálogos chispeantes en los que Renzo tiene el remate cómico, pero la historia tiene un pliegue más que tarda en aflorar. En ese sentido, el conflicto de mayor peso dramático aparece en la segunda parte del filme, direccionando la trama -aún con situaciones inverosímiles- hacia una zona más oscura.

El guionista Andrés Duprat, hermano del realizador, es el director del Museo Nacional de Bellas Artes, por lo que conoce bien el mundo que describe y los personajes que se mueven en él. No conviene adelantar demasiado más que la aparición de Alex -Raúl Arévalo-, un admirador español y alumno de Renzo; la galerista prestigiosa y calculadora -una convincente Andrea Frigerio- y un accidente que cambiará el rumbo de los acontecimientos.

El mundo del arte es explorado entonces desde una visión nostálgica sobre la que se construye un relato que permite el lucimiento de Brandoni y también de Francella, éste último en un rol ambiguo que se mueve entre la lealtad y la negociación. Los escenarios naturales también pintan un universo alejado de las grandes urbes, las especulaciones y negociaciones que rodean el negocio.