Mi mascota es un león

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Mía se ha mudado junto con su familia de Europa a África. Sus padres crían leones en una granja. Un día nace un león blanco, una rareza absoluta que les puede traer un gran beneficio por su atractivo turístico y sus posibilidades comerciales. Pero Mía, que hasta ese momento estaba enojada por estar en África, comienza una amistad con el tierno y bello león blanco recién nacido. Pasan los meses y león crece, volviéndose casi imposible seguir teniéndolo como mascota.

Las tensiones con la familia y ciertas revelaciones siniestras sobre el comercio de animales y la cacería turística le otorgan entonces al film un tono oscuro e inquietante. Ya ver a un león real interactuar con actores resulta un poco angustiante. La película no es una mirada edulcorada sobre el tema, más bien lo contrario. Sin llegar a los límites peligrosos y demenciales de Roar (1981) donde la familia de la actriz Tippi Hedren aparecía junto con sus propios leones en una historia, Mia et le lion blanc consigue en su sencilla narración verse real y sincera. Sin golpes bajos, pero tampoco sin excesos sentimentales.