Mi mascota es un león

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Tras su éxito en la taquilla francesa llega esta película que es una suerte de fábula, pero que atiende una problemática que se bifurca en varios intereses.

Uno, la relación que entabla una niña con un león, desde que es pequeña ella hasta que el animal se transforma en un felino enorme.

La otra es la “función” que cumplen en Sudáfrica, donde se rodó esta película, las granjas que crían leones. Se supone que es vender estos animales a zoos o reservas naturales, para “preservarlos”, e inclusive luego reinsertarlos a su hábitat natural.

El director Gilles de Maistre se enteró del asunto cuando rodó una serie de televisión francesa sobre los vínculos de los niños con los animales salvajes.

E imaginó la idea: la historia de Mia (Daniah De Villiers), quien a los once años traba relación con un cachorro de león, Charlie, en la granja que sus padres Alice (Mélanie Laurent, la joven de Bastardos sin gloria) y John (Langley Kirkwood) tienen en ese país.

Pasan los años, y digamos que es difícil mantener al león como mascota de Mia, la relación se ha vuelto fuerte, y cuando a los tres años Mia descubre cuál es la finalidad a la que es llevado su padre con respecto a Charlie.

Porque en realidad lo que hacen muchas de estas “granjas” es vender un animal, que luego es soltado en la sabana frente a cazadores experimentados, o no.

Lo que sigue se lo imaginan.

Y si no, la sabana es grande y Mia deberá realizar una travesía solitaria para soltar al león.

La película termina teniendo un mensaje sobre el turismo “de aventura” y sobre la caza en sí misma. Es un relato que a los más pequeños los va a atraer, primero por la relación, el vínculo que la niña tiene con el animal, y luego porque ella hará hasta lo imposible para salvar a su mascota.

Técnicamente es irreprochable, y filmar a animales, por más entrenados que estén, no habrá resultado sencillo. Y las actuaciones no viran hacia el melodrama, lo cual hubiera sido contraproducente.

Es una opción, no sólo para llevar a los más chicos.