Mi histeria en el cine

Crítica de Diego Lerer - Micropsia

Una suerte de OCHO Y MEDIO de entrecasa (película que se cita literalmente), este documental de la directora de EL CIELITO se centra en los conflictos de la realizadora quien, tras las dificultades de producción, distribución y exhibición de sus películas de factura más industrial, ha entrado en crisis con su trabajo. Amante del cine de toda la vida –amor que se repite en todas las generaciones de su familia–, Menis hace una suerte de diario de esa crisis, uno en el que se plantea la posibilidad de dejar el cine y dedicarse a otra cosa.

En un tono y estilo descuidado, de boceto o diario de notas personales, Menis filma a su familia, usa la voz en off y muestra escenas de la intimidad en las que el tema del cine está presente en todo momento. Sus hijos hacen o hicieron cine, publicidad, videos o series web (Esteban Menis es uno de ellos), sus padres aman el cine y una de sus primeras citas fue ver LA RONDA, de Max Ophuls. Y lo mismo sucede con ella, que dejó Arquitectura por el cine. Pero la pasión no parece ir de la mano con el trabajo, ya que la directora vive de manera muy enfermiza sus filmaciones y, como ella misma dice, años de trabajo terminan en un par de semanas en cartelera y listo.

La película tiene un valor más personal que específicamente cinematográfico, es cierto, pero también es a su manera una suerte de reflexión un tanto nostálgica sobre el cine (la piratería es otro elemento que se menciona, ambiguamente) y la pasión que despierta en generaciones y generaciones, al punto de que para los que lo aman es imposible alejarse del todo de él y dedicarse a otra cosa “más sólida y estable”. Tal vez, como dice uno de los entrevistados en el filme, las ideas que sostienen la película estén un poco “dispersas”, pero lo que transmite el documental al final de su breve hora y minutos de duración es una pasión que casi siempre se resiste a toda lógica y raciocinio.