Mi amigo Enzo

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Bien dicen que lo más difícil para trabajar en el cine es hacerlo con chicos y con animales. Mi amigo Enzo no tiene a un niño, tiene a un perro, un Golden retriever que, claro, va a sufrir.

Pero mucho más hará sufrir a los espectadores.

Mi amigo Enzo no pega golpes bajos. Pero si arranca con el can Enzo, ya mayor, esperando que llegue su dueño a casa para limpiarlo, porque no se ha podido levantar para hacer sus necesidades, es que el relato seguramente hablará de la entrañable unión, más que amistad, entre uno y otro.

Y de eso se trata, tanto la película como la relación que cualquiera de nosotros puede entablar con su mascota.

Enzo se llama así por Enzo Ferrari. Es que Denny (Milo Ventimiglia, de This Is Us), es fanático del automovilismo. Y ansía correr en la Fórmula 1. Adora la escudería Ferrari, y cuando compra su cachorrito, no duda en cómo bautizarlo.

A partir de allí, y con la reconocible voz de Kevin Costner narrando la película como Enzo, que filosofa sobre la vida desde su visión a cuatro patas, la película irá ganando en simpatía y empatía.

Denny conocerá a Eve (Amanda Seyfried), que será su esposa y madre de su hijita. Cuando aquélla deba pasar por una difícil situación, que conllevará otra no menos difícil para la vida de Denny -que, como es piloto y corredor de autos, debe ausentarse del hogar más de lo que quisiera-. Y cuando finalmente regresemos al comienzo, con Enzo ya mayor…

Mi amigo Enzo pasa a sumar en la filmografía predilecta de aquéllos que quieran a los animales, de eso no hay duda. Es cierto, también, que la trama va pegando cada vuelco y revolcada que dejará a más de un espectador por momentos desconcertado. No siempre Enzo es el protagonista, ni sobre el que recae la mayor importancia de lo que acontece en la pantalla.

Pero ésta es una película para ver en familia, con los chicos, o para llorar a moco tendido en soledad. Como usted prefiera.