Mi amigo Enzo

Crítica de Matías Lértora - Cines Argentinos

El principal problema de Mi amigo Enzo es que se encuentra muy pegada a Mis huellas a casa, y La razón de estar contigo 2. Ambas películas estrenadas este año, y que tienen como protagonista a un perro cuya voz en off se la pone un actor o actriz consagrado/a.
Es en esa senda que The art of Racing in the rain, título original que se traduce como “El arte de correr carreas bajo la lluvia” se presenta como otro film lacrimógeno basado en un best seller, y que te va a pegar más o menos de acuerdo a la relación que tengas en tu vida con las mascotas.
Es imposible que el perro Enzo no te compre, tenga la genial voz de Kevin Costner o no. Su relación con el siempre perfecto Milo Ventimiglia es encantadora, y lo más probable es que salgas del cine queriendo adoptar a un perro así.
Ahora bien, esto es hablar de sentimientos, lo cual no es poca cosa, pero como película en sí misma adolece mucho.
Ya hemos visto bastantes veces la historia, y los golpes bajos son demasiados. En un momento, cuando termina el segundo acto y arranca el tercero, pensás “¿Algo más le puede pasar a este tipo?”. Porque son demasiadas cosas juntas, para entristecer y hacer renegar al espectador.
Queda claro que es un paso para atrás en la carrera del director Simon Curtis, quien viene de hacer tres films muy diferentes, pero contundentes cada uno en su género, tales como Goodbye Christopher Robin (2017), Woman in gold (2015), y My week with Marilyn (2011).
La puesta está bien y es correcta, pero todo lo demás se siente forzado y en pos de generar lágrimas.
En definitiva, Mi amigo Enzo es un telefilm para lagrimear un rato, y no mucho más.