Mi amigo el dragón

Crítica de Laura Petroff - El Lado G

Dos amigos inseparables se enfrentarán con un mundo adulto, a veces terrible y a veces amoroso.

La figura del gigante ha visto muchísimas facetas durante los años. En numerosas civilizaciones, algunas sin relación entre sí, se contaban historias terribles sobre estos humanoides enormes. Cuando todavía se creía que podían existir, eran representados como criaturas feroces y sedientas de sangre, pero con el tiempo se los comenzó a incluir en todo tipo de narraciones, convirtiéndolos en verdaderos personajes, más que en un obstáculo que los protagonistas deben sortear. La relación niño-gigante es una de las más visitadas por el cine, y explora casi siempre la idea de que es posible ser enorme e inocente a la vez.

Se dice hace años que, en una ciudad del norte de EEUU, un dragón merodea el bosque circundante. Sólo Meacham (Robert Redford) lo ha visto, pero nadie cree sus historias. Su hija Grace (Bryce Dallas Howard) que es guardabosques, tampoco. Todo cambia cuando encuentra un niño salvaje, Pete (Oakes Fegley), que hace años vive en ese bosque tan amado por ella, pero le extraña que un niño tan pequeño haya sobrevivido allí solo. Los relatos de Pete sobre Elliott, su amigo dragón, le harán creer a Grace en las historias de su padre e impulsarán a algunos ambiciosos a emprender una terrible cacería.

La primera versión de Pete’s Dragon fue una película musical estrenada en 1977 y a pesar de que no es una gran obra se convirtió en un clásico para la familia. La combinación de live-action y animación fue muy explorada por los estudios de Disney; algunas de sus producciones más famosas que usan este recurso son Mary Poppins (1964) y Tron (1982). En la nueva versión, la trama es muy diferente a la original, pero se ajusta muy bien al vínculo niño-gigante que se ve en la gran pantalla hoy, al estilo de The BFG (Steven Spielberg, 2016) o The Iron Giant (Brad Bird, 1999). Por otro lado, el mensaje ambientalista es muy evidente, pero no todo gira en torno a él: no es una de esas películas para niños completamente interesadas en adoctrinar.

Su director y guionista es David Lowery, que a pesar de no tener una larga carrera en dirección, trabajó como editor en Upstream Color (2013) y co-guionista en Pit Stop (2013). Su película más celebrada, Ain’t Them Bodies Saints (2013), ganó un importante premio en el Festival Sundance de ese año. Entre los actores adultos hay muchas caras conocidas. Bryce Dallas Howard, en el papel de Grace, es conocida por su trabajo en Jurassic World (2015). Su padre es interpretado por Robert Redford, un señor con una larguísima carrera actoral, famoso hace décadas por trabajos como Propuesta Indecente (1993) y El Gran Gatsby (1974). Los acompañan Karl Urban (Dredd, 2012) y Wes Bentley (The Hunger Games, 2012). El pequeño Pete es interpretado por Oakes Fegley, que a pesar de no tener una larga carrera mostró mucho talento y química con el resto de los actores.

Si bien Pete’s Dragon sobresale entre ellas, viene de una larga lista de películas recientes que, con muchos golpes bajos, buscan lograr el llanto del espectador. No es esta razón suficiente para descartarla, tampoco hay muchas maneras de concluir una narración así (ver The Iron Giant), pero tal vez ya sea hora de cambiar un poquito esa mano lacrimosa y apoyarse en otros fuertes para generar emociones en el público. Hace muchas décadas que se abusa de esta fórmula, el momento de evolucionar llegó.