Mi amiga del parque

Crítica de Adrián Kaplan Krep - A Sala Llena

Una comedia preocupante.

La oscuridad de la noche -y su silencio- se rompen. Liz estira la mano a ciegas. Tantea. Toca una manito. Con la otra mano prende una luz pero Nicanor llora igual. Se levanta y lo alza. Le prepara una mamadera. Es de madrugada y el acto es automático. Le da de tomar y se calma. Se calman. Tanto que se quedan los dos dormidos de nuevo, así, en esa posición.

Liz (Julieta Zylberberg) está sola pero no soltera. Su pareja (Daniel Hendler) está en Chile haciendo un documental sobre volcanes. O sea: Liz sí está sola. Nadie le dijo cómo es esto de la maternidad. En ningún lado enseñan a ser madre pero todos siempre tienen algo que decir. “Ah no, lo que yo siempre hago es…”. “¿Por qué no probás con esto?”. “¿Sabés qué te vendría bien a vos…?”. Y así. Entonces Liz va al parque con Nicanor. Lo quiere sentar en una hamaca pero es muy chico todavía: tiene tres meses. En la hamaca de al lado está Rosa (Ana Katz) con una nena un poquito más grande. Charlan. Rosa indaga: “¿tenés auto”. Luego se van a comer juntas una pizza a las once de la mañana. El vértigo de lo extraño seduce a Liz pero con cautela. Rosa es rara. Nombra mucho a su hermana, Renata (Maricel Álvarez). Y son ellas tres: Liz, Rosa y Renata el eje central de esta hermosa película que escribió (junto a Inés Bortagaray), actuó y dirigió Ana Katz: Mi Amiga del Parque.

El personaje de Rosa es complejo. Nunca se sabe si dice la verdad. Nunca se sabe para dónde puede salir o qué será lo próximo que hará. Renata es igual. La película es una mezcla de géneros. Drama, comedia, pero sobre todo suspenso. “Un suspenso cotidiano”, define su directora y acierta. No es necesario crear suspenso con un asesino en busca de una chica escondida en un placard. En Mi Amiga del Parque el suspenso está puesto en lo poco claros que son los pedidos de Rosa. O en la relación entre Renata y Liz. En lo no dicho. En los silencios. En las pausas.

Katz decide bajar línea con la película y eso está bien. Desmitifica el supuesto idilio de la maternidad. Obvio que la madre ama al hijo. Pero también sufre (con y por él), y mucho. Explora los miedos y las inseguridades de las mujeres desde el punto de vista que sólo da la experiencia de haber pasado por eso mismo. La presión social de tener que dar la teta (el personaje de Julieta Zylberberg no puede y es un tema). La culpa que genera salir y dejar al hijo al cuidado de otro. Y por último, la mirada de los otros que juzgan las acciones y las decisiones de Liz y los consejos no pedidos.

Ya en sus películas anteriores (El Juego de la Silla, 2002; Una Novia Errante, 2006; Los Marziano, 2011), Ana Katz demostró que es una gran directora. Pero en esta queda claro que el sentido de la estética a la hora de componer los planos -sobre todo los de las plazas- es perfecto. Mi Amiga del Parque es una crítica a la maternidad radiante de Verónica Varano o Maru Botana. La muestra cruda y descarnada pero no por eso sin un enorme amor.