Método Livingston

Crítica de Marcelo Cafferata - El Espectador Avezado

Después de diez años de “La hora de la siesta”, Sofía Mora vuelve al terreno de la dirección y esta vez lo hace en el campo del documental, para retratar la figura de un prestigioso arquitecto. La pregunta que sobrevuela previamente es: “¿Puede ser tan interesante la vida de un arquitecto como para dedicarle todo un documental?”
El as en la manga es que, justamente, el trabajo de Mora no se basa en la vida de UN arquitecto cualquiera, sino de EL Arquitecto, nada menos que de Roberto Livingston. “EL METODO LIVINGSTON” justamente aborda entre tantos otros espacios, el de su rol profesional como arquitecto, que aún dentro del mar de proyectos que tiene vigentes y que encara desde los focos más diversos, ha ejercido ininterrumpidamente y es la columna vertebral de la historia.
Pero a medida que el documental avanza, esta faceta vinculada a la arquitectura se muestra como una de las tantas posibles al encarar el retrato de esta personalidad magnética y multifacética que Sofía Mora irá develando cuidadosamente, para que comience a emerger la figura de un hombre que desafía al sistema y porque no, a sí mismo.
Luego, casi al cierre del documental Livingston casi sin quererlo revelará su edad exacta –que no conviene demasiado adelantar-, con lo cual esa activa participación que tiene en los diversos proyectos que va mostrando, es doblemente meritoria y sinceramente admirable.
Con más de 60 años de trayectoria, ha sido uno de los profesionales más innovadores y con planteos más disruptivos dentro del mundo de la arquitectura, pero no se ha limitado solamente a este campo sino que es un prolífico escritor y en este documental también se muestran sus participaciones televisivas y hasta una de sus “instalaciones” –como la anécdota jugosísima cuando se hace pasar por mendigo-.
El proyecto que hoy continúa siendo el puntal de su estudio y de su filosofía en el ejercicio de la profesión –aún después de tantos años-, es su idea de que así como existen médicos de familia, abogados de familia y tantas otras profesiones que privilegian el vínculo con el cliente, Livingston ha planteado formar Arquitectos de Familia.
Arquitectos que pongan la escucha a disposición de un proyecto familiar y de la potencialidad que se puede lograr en un espacio, al converger con la energía de una familia dispuesta a habitarlo, tratando de maximizar los resultados con un costo mínimo de obra.
Un concepto que aún hoy, después de tantos años de vigencia, sigue sonando profundamente transgresor en un mercado como el nuestro, lo ha sido mucho más aún cuando ha sido lanzado en su oportunidad. Totalmente a contrapelo de cualquier otra línea profesional en donde la mirada no está puesta justamente en la función social o humana sino en la rentabilidad y lo convencional –impresiona su concepto sobre las ventanas y las medianeras-.
A medida que muestra una gran cantidad de proyectos y de las diferentes facetas que Livingston fue desplegando a lo largo de su trayectoria, el documental se nutre de su espíritu incansable y parece no agotarse y apostar permanentemente a más.
El retrato se va estructurando a partir de la naturalidad con la que se van abordando los diferentes temas, lo muestra de cuerpo entero, real, sincero, al natural, con sus pensamientos cotidianos y con un sentido del humor exquisito, con una filosofía de vida envidiable y es así, como el documental se ve con una sonrisa permanente y una profunda admiración por su audacia, su desinhibición y su absoluta franqueza.
Producido por Néstor Frenkel (uno de los documentalistas más talentosos y con un ojo crítico y un humor especial para presentar la realidad), podemos apreciar en “EL METODO LIVINGSTON” que algo de su cine se destila en la manera de abordaje de la figura del protagonista, subrayando aquellos momentos en donde la ácida mirada del paso del tiempo, de la sabiduría cotidiana y del envejecer, tanto Sofía Mora como el relato en sí mismo, encuentran su mayor potencia y aprovechan de esas verdades espontáneas al máximo.
Como yapa, un personaje del equipo de filmación traerá al presente un entrañable personaje de la historia personal de Rodolfo Livingston, y ahí en ese momento podremos admirar además cómo a través de sus pequeños actos, nos muestra su sabiduría de la vida, esa que va más allá de un título profesional o de una carrera universitaria.
Imposible no terminar rendido al encanto de este bon vivant, de esta mente brillante que es Livingston, con un documental pequeño y hermoso.