Metegol

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

Así como ha ocurrido con la comedia dramática nacional y el thriller, la irrupción de Juan Jose Campanella en el terreno de la animación significa a través de este largometraje un verdadero hito en la cinematografía argentina. No solamente porque Metegol, más allá de géneros, es la película más costosa de nuestra industria en toda su historia, sino por sus alcances técnicos, expresivos, estéticos y simbólicos. Y en este último punto haríamos referencia a lo que representa el film como espejo artístico de un país a través de su
deporte más popular y generalizado, el fútbol.

Después de haber obtenido el Oscar por El secreto de sus ojos, era lógico que el director de El hijo de la novia arriesgara y diera un paso más allá de lo que era dable esperar, aunque no estuviera previsto que fuera en la animación digital 3D, un formato en el que no tenía antecedentes. Y Campanella vuelve a dejar su sello indeleble en el dominio de lo audiovisual, su película no solamente es –aún sin llegar a la exquisitez visual de algunos productos de Pixar, Dreamworks o Blue Sky Studios- impecable en lo artístico y ambiciosa en lo expresivo y argumental, sino que logra emocionar por su contenido bien nativo y futbolero, combinado con sus componentes humanos y de espíritu de superación, materiales que pueden estar presentes en otras piezas del género, pero aquí, al vincularse con nuestra esencia, se resignifican.

Quizás Metegol, entre Toy Story y Luna de Avellaneda, sea abarcativa en exceso, pero al estar obsesivamente balanceada, esto pasa a ser sólo un detalle, y en esto la tríada compuesta por Fontanarrosa, autor del cuento original, Campanella y Eduardo Sacheri, uno de los guionistas y propiciador de la mayor parte de los elementos antes mencionados, resulta ideal. Juntos logran que el fútbol encierre metáforas acerca del amor, la amistad, la comunidad, el barrio y los ideales, sin olvidarnos de los milagros y la magia, ingredientes que harán palpitar al niño que llevamos dentro y a los verdaderos, que tendrán una diversión asegurada a partir de los siete u ocho años. Excelentes trabajos “actorales” de Rago, Gianola, Ramos, Coco Sily y otros, así como el impecable relato del gran partido final a cargo de Jorge Troiani.