Metegol

Crítica de Alberto Harari - MI CINE - por halbert

"UNA GOLEADA DE LA TECNOLOGÍA A LA CALIDAD ARGUMENTAL"

Si bien Argentina no puede competirle (todavía) a la animación estadounidense (por calidad, por experiencia, mayormente) era lógico que “Metegol” generara muchas expectativas: era el estreno nacional más esperado del año, porque estaba dirigido por Juan José Campanella, hoy por hoy, el director más “exitoso” de nuestras tierras, más que nada por su proyección mundial con “El secreto de sus ojos”, su mejor obra. Sin embargo, es una película de ambicioso diseño visual y un trabajo de animación realmente logrado, y es eso, justamente, lo más valioso del filme en cuestión.

Estamos ante un espectáculo para toda la familia, y bien argentino: porque mezcla una historia de corte futbolístico (pasión de los argentinos) sin dejar de lado ese costado nostálgico y melancólico que Campanella suele imprimirle a la mayoría de sus películas.
El guión base es bastante convencional; parte de una estructura enmarcada, esto es, la historia dentro de la historia: un padre contándole una leyenda a su hijo (su propia vida) que es lo que veremos durante toda la proyección. La acción central se sitúa en un pequeño pueblo donde Amadeo es un apocado y retraído niño cuya pasión pasa por jugar al metegol, y no hay nadie quien le gane. Está secretamente enamorado de Laura, una chica más vivaz, que lo hace enfrentar ante “El Grosso”, el chico malo del pueblo. Ese enfrentamiento se extenderá por todo el guión y será la base de toda la película.

Lo más divertido de todo son los jugadores del metegol: los del equipo rayado, con el que Amadeo hace estragos en la pequeña canchita, y los del equipo contrario, los lisos. Todos ellos cobrarán mágicamente vida para ayudar a ese chico (luego devenido en muchacho) a salvar al pueblo del que quiere adueñarse El Grosso, convertido en un eximio jugador de fútbol internacional.
Una apuesta entre el muchacho bueno y el muchacho malo deberá dirimirse en la cancha, pero no en la del metegol, sino en una de verdad.
Toda la secuencia final sucede, entonces, en un estadio de fútbol verdadero, donde un equipo de futbolistas profesionales se enfrentará a un equipo de rejunte de gente del pueblo (viejos, gordos, y hasta una mujer disfrazada de varón), y ver quién gana. De esta manera, la divertida participación de los revividos muñequitos de plomo queda algo relegada.

“Metegol” no deja de tener cuantiosos momentos encantadores y entretenidos, pero la sensación es que narrativamente la película nunca fluye del todo bien; el guión no termina de convencer completamente: hay algo en él que no lo hace transcurrir como uno esperara, a pesar de contar con secuencias graciosas (especialmente la del parque de diversiones).
Cualquier otra película de la filmografía “campanelliana” resulta más atractiva que ésta, desde el punto de vista argumental. Tal vez el foco esté puesto, esta vez, en la cuestión tecnológica y en los cuidados estéticos que merece la animación de hoy, que requiere mayor realismo en sus texturas, en los movimientos corporales, en las miradas de los personajes… Y todo ello sí está muy logrado, pero, a pesar de no llegar a aburrir, el interés de la historia va decayendo con el paso de los minutos, y esto debería ser al revés.

Si bien todos los personajes son algo arquetípicos (básicamente el filme es para los chicos), es de destacar el perfil de los jugadores del metegol: “El Capi”, “Beto”, “El Loco” y los demás, tienen características bien definidas (con un tufillo setentoso), a lo que se le suma las voces de reconocidos actores argentinos, que le da un toque “nac & pop” (lo que puede significar un plus o una contra para los espectadores locales). Pablo Rago, Fabián Gianola, Héctor Fontova son los que más sobresalen, aunque Miguel Ángel Rodríguez, Diego Ramos y Coco Sily realizan un toque distintivo a sus personajes.

Todo el filme tiene muchos puntos de contacto con algo que ya hemos visto en la propia obra de Campanella: “Luna de Avellaneda”, en donde una gran corporación intenta echar por la borda la identidad de un espacio lleno de Historia. Eso, claramente, no le suma a este filme animado. Lo que sí suma es la gran altura que tiene, tecnológicamente hablando, y eso la coloca en un importante lugar dentro de la industria nacional: Campanella hace Historia nuevamente y, por ello, va medio punto extra en la calificación de esta película. Pero sin dejar de aclarar que está bastante lejos de lo logrado argumentalmente en toda su previa filmografía. Como reza el dicho: "Una de cal y una de arena".