Mentiras mortales

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

Con una gran interpretación de Richard Gere, un libro inteligente y una realización espléndida del cuasi debutante Nicholas Jarecki (sólo con un documental en su haber), Mentiras mortales establece una pieza de primer nivel, con no pocos toques reflexivos. Si hay que cuestionar algo no es culpa de sus artífices, y es el deplorable título en castellano, que no aprovecha el sentido de Arbitrage, palabra inexistente en el diccionario inglés que combina términos como arbitrariedad, pacto y calamidad. Describiendo sin pausas la atribulada vida de un prospero empresario y casi magnate, a pocos días de festejar su cumpleaños número 60, Arbitrage es una película que desde un formato aparentemente convencional propone conceptos alejados del más reciente y rutinario cine estadounidense. Este hombre entrará en una vorágine de desventuras –por manejos ilegales y una muerte inesperada- que llevarán su privilegiada vida profesional y familiar a una crisis de proporciones.

El film va desarrollando su estructura dramática de manera certera e impecable, induciendo al espectador a introducirse en zonas inquietantes del turbulento mundo de las componendas y agachadas financieras, hasta llegar a la amarga redención de su
plano final. Las actuaciones son un pilar en la estructura clásica del film, al ya mencionado Gere se suman las breves pero soberbias participaciones de Tim Roth y Susan Sarandon y los jóvenes y notables Brit Marling y Nate Parker, todo realzado por las magnéticas impresiones musicales de Cliff Martinez.