Mentes poderosas

Crítica de Hernán Touzón - Las 1001 Películas

Mentes Poderosas es una película que intenta subirse al tren de otras exitosas adaptaciones de novelas como Los juegos del hambre o Crepúsculo, destinadas a un nicho de lectores relativamente nuevo, los denominados YA (Young Adults). En este caso, se trata de una adaptación de la primera parte del best-seller de Alexandra Bracken, que tiene como protagonista a una chica de 16 años con poderes de control mental.

Navegando entre la fantasía, la ciencia ficción apocalíptica, el romance y la acción pura, la película plantea un universo catastrófico en el cual el 98% de los niños y adolescentes han muerto a causa de una rara epidemia y los pocos sobrevivientes, que han adquirido extraños poderes físicos y psíquicos, son tratados como una amenaza por el gobierno, por lo que son recluidos en campos de concentración y clasificados por colores según el tipo de poder que poseen.

Rubi (Amandla Stenberg) es una adolescente que ha pasado los últimos seis años de su vida en el campo, tiempo en el cual ha evitado dar alguna pista sobre su don adquirido para controlar las mentes ajenas y borrar los recuerdos de las personas. Esto se debe a que el gobierno ha dado la orden de eliminar a cualquier niño o joven que posea esta capacidad, por considerarlo una amenaza.

Después de ser ayudada a escapar del campo por una reclutadora de un ejército de jóvenes que busca enfrentar al gobierno (La Liga de los Niños), Rubi decide desechar la oferta de unírseles y toma contacto con dos adolescentes y una niña que también huyen de las autoridades (Liam, un sensible adolescente que tiene el poder de mover objetos con la mente, Chubs, un joven que ha adquirido una inteligencia superior y Zu, una niña que manipula las corrientes eléctricas).

La narración intenta reflejar el proceso por el cual Rubi toma conciencia de sus capacidades psíquicas y descubre que puede tener un rol decisivo en la lucha contra el enemigo, lo que finalmente la lleva a regresar con el ejército de jóvenes, convirtiéndose en líder de la Liga. Si el camino de esta carismática heroína resuena, por algunos instantes, en el espectador, es gracias a un puñado de escenas en las cuales la vemos interactuando con sus compañeros de andanzas: por un lado, la trama romántica de Rubi con Liam posee cierto interés, y por el otro, la buena química entre la protagonista y Chubs hacen que nos identifiquemos con su aventura.

Paradójicamente, y en contra de la intención de la directora Jennifer Yuh (Kung Fu Panda) de llevar el relato hacia terrenos más bien oscuros, la película exhibe su mejor faceta cuando elude los enfrentamientos, persecuciones y demostraciones de poderes sobrenaturales, y se encarga de resaltar (electro-pop mediante) el costado más alegre y esperanzador de la historia. De esta manera, destacan momentos particulares, que funcionan más como videoclips que como partes orgánicas de un todo (recuerdo especialmente una escena en la que Rubi y sus amigos reviven un centro comercial abandonado gracias a los poderes eléctricos de Zu).

A través de enfrentamientos y persecuciones en las que los distintos personajes demuestran sus poderes adquiridos, la película intenta, sin éxito, ocultar algunos problemas de guión (no queda clara la actitud que toman los padres cuando sus hijos son secuestrados por el gobierno) y unas caracterizaciones en extremo convencionales (especialmente en cuanto a los antagonistas), dejando inconclusa la posibilidad de una segunda y tercera entrega de la saga, que dependerá del veredicto de la audiencia.