Mente implacable

Crítica de Lisandro Liberatto - Alta Peli

Mente propia, sentimiento ajenos

Desde que Liam Neeson sorprendió a propios y extraños con su interpretación de Bryan Mills en la saga Taken, los héroes de acción tardíos se han vuelto tan populares como redituables. Actores de la talla de Sean Penn en The Gunman o Denzel Washington en El Justiciero, han sabido cargarse a ejércitos enteros, incluso en ocasiones simplemente a puñetazo limpio o con armas improvisadas. Kevin Costner ya había formado parte de este selecto grupo de estrellas maduras que, gracias a sus años de experiencia, se vuelven asesinos implacables (aparentemente una palabra obligada en títulos de esta índole). Lo hizo con su participación en la fallida 3 Días para Matar, film que como la mayoría de este ¿sub-género? salió de la mente de Luc Besson. Si nos dejamos guiar por el avance y el nombre que eligió la distribuidora para su estreno en Argentina, Mente Implacable (Criminal en su idioma original) podría ser uno más en esta creciente lista de películas. Pero sería un error creer eso. Bajo la dirección de Ariel Vromen (The Iceman), Mente Implacable termina siendo un entretenido thriller con buenas dosis de acción y espionaje y con un anti-héroe al frente que, en manos de Coster, resulta un personaje sumamente atractivo y original que no podría estar más alejado de los convencionalismos a los que nos venía acostumbrando el género.

Cuando conocemos a Jericho no hay ni una pizca de nobleza en él. Es un criminal condenado que, debido a un fuerte golpe en la cabeza cuando era un infante, creció sin la capacidad de reconocer emociones básicas como el odio, el amor o la compasión. Esto lo vuelve el candidato perfecto para probar una nueva técnica médica desarrollada por el Dr. Franks, que permite el traspaso de recuerdos de una mente a otra. Cuando el agente Bill Pope es asesinado cumpliendo su deber y deja este mundo con un valiosa información en su cerebro, el gobierno obliga a Franks a probar su técnica por primera vez en un ser humano y así, Jericho termina con los recuerdos de Pope en su cabeza. Pero al estar todavía en una etapa experimental, nadie sabe bien como funciona todo esto. En un principio la operación parece haber sido un fracaso, y mientras Jericho es transportado de nuevo a prisión logra escapar y se vuelve un peligroso fugitivo. Su motivación será encontrar unos $10 millones de dólares que Pope había escondido y desaparecer para siempre, pero pronto se verá peleando contra dos bandos opuestos que quieren la información alojada en su cabeza, y también contra su propia voluntad. Poco a poco los recuerdos de Pope comienzan a salir a flote, y no sólo los que guardan el secreto para prevenir el fin de la civilización tal como la conocemos, sino también todos los que involucran a su esposa e hija. Recuerdos que despiertan en Jericho sentimientos que nunca antes había experimentado y lo harán ir en rescate de una familia que nunca tuvo en primer lugar.

Mente Implacable es una película que funciona para el lucimiento de su actor principal. El de Jericho es un papel que se parece a ningún otro en la carrera de Kevin Costner. Es un anti-héroe que, en un primer momento, no busca más que la satisfacción personal. No hay hija secuestrada ni le importa los planes del villano de turno para destruir al mundo, sólo quiere un dinero que ni siquiera le corresponde. Y hasta que la conciencia de Pope empieza a hacer de las suyas, irá por la vida rompiendo códigos sociales y los huesos de cuanto inocente tenga la mala suerte de cruzarse en su camino. De esta manera es Costner quien tiene el personaje más atractivo y el único con un mínimo de complejidad y desarrollo. Si bien es algo que a primera vista podría resultar un problema, Vromen sabiamente decide nunca centrarse en otros personajes más que lo justo y necesario. Obviamente ayuda -y mucho- que los personajes secundarios estén a cargo de actores como Gary Oldman, Tommy Lee Jones, Ryan Reynolds y hasta la Wonder Woman Gal Gadot, quienes le aportan algo de peso a papeles unidimensionales que no son más que peones en el juego de Jericho.

Conclusión

Más un thriller de espionaje internacional que un film de acción, Mente Implacable es principalmente un claro recordatorio de por qué Kevin Costner solía ser una de las estrellas más importantes de Hollywood durante los 80 y 90. Si bien no se aleja demasiado de otras propuestas similares, hace mérito suficiente con su colección de talentosos intérpretes en su elenco secundario y presentando un anti-héroe atractivo e interesante, aplicándole así una vuelta de tuerca original, a una fórmula sobreexplotada en los últimos años.