Mejor que nunca

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Diane Keaton es la líder de un subgénero que la tiene como protagonista de una infinidad de historias en las que la edad, el amor, la amistad, las enfermedades e, inevitablemente, la muerte, son temas recurrentes.
Así como fue parte de un club de lectura de señoras mayores, enamoró a un joven para luego quedarse con alguien de su edad, organizó una boda para luego enfrentar a su familia y recuperar su espacio y tiempo perdido, entre otras, ahora en “Mejor que nunca” (POMS, 2019), de Zara Hayes, es la líder de un grupo de señoras que viven en un lugar de retiro y deciden volver a calzarse el traje de porrista y disfrutar en equipo sus últimos días juntas.
Martha (Keaton) es una mujer que toma una drástica decisión al enterarse de la inevitabilidad de una enfermedad. Tras perder a su marido decide ir a vivir a un espacio en las afueras de la ciudad preparado específicamente para personas de la tercera edad que se encuentran, en apariencia, saludables.
Así, conocerá a un variopinto grupo de mujeres, interpretadas por Pam Grier, Rhea Perlman, Jacki Weawer, Celia Weston y Carol Suton, entre otras, con las que se relacionará y particularmente con una vecina que le hace recuperar sus ganas de calzarse la minifalda y agarrar las porras, y hacer un poco de ejercicio.
“Mejor que nunca” no explica mucho más que aquello que muestra de sus personajes, están allí, sólo a alguna de las protagonistas se les ofrece un contexto, pero no mucho más, y allí, en esa decisión de guion es en donde se debilita más la propuesta.
Helen comenzará un trabajo de reclutamiento de “porristas” para participar de una competencia oficial, tras haber sido expuestas por una joven, quien terminará aliándose al grupo de veteranas.
Detrás de “Mejor que nunca” está Netflix, seguramente el famoso algoritmo hizo fuerza para que Keaton, una de las actrices más elegidas en la plataforma, se sume a una de las protagonistas de “13 Reasons Why”, Alisha Boe, en esta dramedy que tiene todos los lugares comunes habidos y por haber, pero que en el vuelo que cada una de las actrices le pone a sus personajes, y juegan con el hecho de ser “porristas”, hay un hilo de luz que salva la película.