Mejor que nunca

Crítica de Melody San Luis - Fancinema

LOS AÑOS PERFECCIONAN EL BAILE Y EL HUMOR

La vejez es una etapa generalmente devastada y despreciada por la sociedad, en la que muchas personas empiezan a pensar que ya les quedan pocos años de vida. La combinación de estos aspectos hace de los adultos mayores seres con mayor impunidad que a cualquier otra edad. Ya han vivido mucho pero no van a resignar lo que les queda porque ya no tienen nada que perder. Así es el personaje de Martha (Diane Keaton), una mujer que decide realizar su sueño más allá de los impedimentos propios y de su contexto. Pero por suerte, para los espectadores, su anhelo es el de ser porrista, con lo cual todo el film se llena de humor ante esta hazaña tan ridícula.

Tras enterarse que tiene cáncer, Martha se muda a una residencia de ancianos. Todos en el lugar tienen la obligación de pertenecer a un club, pero junto con eso el derecho de crear el suyo propio, si no se ven identificados con los que ya existen. Ante esa posibilidad y un sueño frustrado de la juventud Martha junto a su vecina deciden conformar uno de porristas.

Mejor que nunca cuenta con varios aciertos, pero también recae en lugares comunes. El deseo de estas mujeres se posiciona por sobre cualquier impedimento y es esa una de sus fortalezas. Aparecen diferentes formas de vejez: la abuela que se hace cargo de su nieto, la que fue sumisa y ahora se empieza a revelar ante eso, la que comienza a sentirse sexy, a la que los hijos la suprimen. Todas ellas encuentran en el baile un espacio habilitado para reconciliarse consigo mismas.

Aunque Keaton es el personaje principal, todas las demás mujeres que conforman el equipo presentan buenas actuaciones. Incluso, en muchos momentos, Sherly (Jacki Weaver) es un personaje mucho más atractivo que el de Martha. Keaton representa a una mujer bastante seria, que tan solo en algunas instancias logra explotar y hacer de su rol uno realmente llamativo.

El humor es el gran motor que impulsa a este film y lo mantiene a flote. Por un lado, se presenta desde las escenas ridículas de ellas bailando. Este aspecto se perfecciona cuando ellas empiezan a entrenar. Logran más precisión en dar a sus movimientos personalidad y gracia, haciendo que resalten ya no por la ridiculez sino por el humor acertado de ver a mujeres mayores realizando movimientos de porristas. Pero también las risas aparecen en el momento de los chistes que realizan. El humor negro está siempre presente y queda muy bien bajo el manto de esas cordiales abuelitas.

Por el otro lado, la película recae en situaciones muy predecibles. La trama se vuelve bastante lineal y básica. Esto, sumado a la solemnidad con la que trabajan por momentos la satisfacción de realizar los sueños pospuestos, hace decaer todos los otros aspectos que le dieron fortaleza.