Megamente

Crítica de Martín Fraire - País 24

El Lex Luthor de Dreamworks

Las productoras de Hollywood suelen entrar en una fastuosa competencia para ver quién ofrece el mejor, más original y divertido título a su público. En el campo de la animación, la puja es bastante más compleja (principalmente por el tiempo de realización que llevan los dibujos digitales, más que por el presupuesto que exigen).

Pensándolo de esta manera, no resulta entonces casual que en tiempos relativamente cortos se estrenen trabajos similares. Sucedió con Bichos y Antz, y con Madagascar y Vida Salvaje.

En este año, el caso se repite con el film que estas líneas generan. Porque Megamente es un trabajo que –al menos en su concepto más amplio- se parece en mucho a Gru, mi villano favorito, de Universal, estrenada hace algunos meses atrás.

Sin entrar en comparaciones y juzgando al último trabajo de Dreamworks por lo que es, vale decir que la película logra parodiar con cierta gracia al mundo de los superhéroes –mejor dicho, al estereotipo de ello- prolongando hacia un costado más razonable el porqué de la existencia del bien y del mal.

De similar forma a lo que sucediera con Superman, un pequeño bebé sumamente inteligente y otro con grandes poderes son enviados desde un planeta a punto de estallar hacia la Tierra. Por “caprichos del destino” (tal y como lo menciona la voz en off del protagonista), uno de ellos crecerá en una familia acomodada de manera feliz. El otro, por su parte, será educado por reclusos con bajo coeficiente intelectual.

Con el correr de los años, estos rivales se encontrarán en lugares en común –la escuela es uno de ellos- para comprender cuál es el papel de cada uno en la vida del otro. Ya adultos, el joven fuerte se convertirá en Metro Man, defensor de Metrociudad; su archi enemigo será entonces Megamente, quien buscará conquistar aquella urbe.

Con un promisorio inicio en el que entendemos los motivos de cada uno por ocupar ese lugar, la historia se centra no en el héroe, sino en el villano: un personaje simpático por su ineptitud y constancia, que hará las delicias de los más chicos.

Por supuesto el film desarrollará una historia que incluye a una Luisa Lane propia (la reportera Roxane, con bastante más temple que cualquiera de las parejas femeninas de superhéroes), un camarógrafo ingenuo y el ayudante de nuestro protagonista: un pez inteligente incrustado en un cuerpo robótico.

En sí, el desarrollo técnico de Megamente es formidable, con escenas llenas de color y momentos que alcanzan altos grados de emoción; además el trabajo de dibujo en ciertos pasajes es realmente brillante.

Pero donde la película encuentra su talón de Aquiles es en el guión. No porque el director Tom McGrath (responsable de la antes mencionada saga de Madagascar, también de Dreamworks) no alcance a impregnar de aventura, romance y diversión al metraje; sino tal vez por su falta de delirio, su correcto devenir y hasta su carencia de valor para llevar lo histriónico de la propuesta un poco más adelante.

Comprendiendo que se trata de un film familiar, se agradecen los guiños al público adulto, que aparecen como pinceladas entre tanto gag físico y chiste rápido más fácil de asumir.

Sin la posibilidad de disfrutar del trabajo de los actores en su idioma original (entre los que aparecen el genial Will Ferrell, Tina Fey, Jonah Hill y Brad Pitt) y a pesar de cierta similitud con el film de Pixar, Los increíbles; Megamente es un producto que termina por ofrecer un rato agradable para grandes y chicos, sin mayores pretensiones.

En ese sentido, no puede caerle encima ningún tipo de prejuicio. Muy a pesar de ello, la necesidad de mayor desfachatez hace que una vez fuera de la sala, el espectador se quede con la impresión de que este producto, con un poco más de tiempo de trabajo, podría haber sido definitivamente mejor.