Megamente

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Ángeles con caras sucia (1938)

Esta nueva producción de animación de Dreamworks, tiene el gran logro desplegarse como un gran entretenimiento para todas las edades, sin caer en el humor fácil o chabacano.

Para cada edad el guión tiene sus guiños, sus alusiones y elementos distintivos en la construcción de los personajes.

En realidad, y como texto terminado, se puede pensar a esta realización como una gran sátira a todas las producciones de superhéroes, del mismo modo que “Shrek” (2001) era una gran burla a todos los cuentos infantiles.

Meramente sus padres para salvarlo de la destrucción total del planeta en que viven lo colocan en una pequeña nave espacial (¿Superman?), en ese transporte llega a la tierra al mismo tiempo que su futuro archienemigo.

Las circunstancias los enfrenta, uno se convierte en un superhéroe con superpoderes y el otro en un supergenio.

Uno es el ganador, el otro el eterno perdedor.

Uno, el triunfador se convierte en Megatrom, el otro en su malvado enemigo Megamente.

Pero en esta historia, al igual que en la española “Muertos de Risa” (1999), estos dos se necesitan para justificar su existencia, sólo que Megamente se da cuenta de esto luego de destruir a Metroman.

Es por eso que decide entregarle a un mortal humano superpoderes para que defienda a la ciudad del malvado personaje que es él mismo, pero nada sale como se planea.

Lo interesante es ver como todos estos personajes tienen identidad propia, diferentes a todos sus antecesores, el malo que lo único que le sale bien termina siendo contraproducente, el superhéroe cansado de serlo, el ayudante torpe que es el verdadero genio, la periodista engañada. y al mismo tiempo son claramente un juego de estereotipos del genero.

Cada personaje tiene espacio temporal de esplendor, su dedicado desarrollo en el guión.

A todo esto deberíamos sumarle una banda de sonido con muy buenas y conocidas canciones insertas e intercaladas en la música original del filme compuesta por Hans Zimmer, el mismo de “El Rey León” (1994).

En cuanto a los rubros técnicos, esta realizada en 3D, de buena factura donde se puede apreciar, con el uso de los anteojos, algunos objetos en primeros planos despegados del fondo dando una sensación de profundidad, que está en función directa con el relato.