Megalodón

Crítica de Gabriel Luque - EL LADO G

Una película que queda a medio camino de lo que pretende ser. Es una mezcla despareja de aspectos de varios géneros, y eso le termina jugando en contra, incluso si se es amante de las pelis de tiburones.

En 1975, un joven Steven Spielberg cambia el cine de género para siempre haciendo la introducción de lo que sería el terror de los mares contemporáneos y que se sostendría en diversos filmes de toda índole, como ese pánico primal a encontrarse con un tiburón en la playa en la cual estemos vacacionando. Filmes desde las continuaciones de JAWS, pasando por (las ya ahora mas allá del bien y del mal) Sharknado o una de de las que les puso una vuelta de tuerca, Deep Blue Sea, que aportaron a la lista de filmes sobre tiburones, manteniéndolo como el icono del terror marítimo, vivo a través de ya cuatro décadas.

2018, se estrena Megalodón, una producción chino-estadounidense, con Jason Statham en el papel protagónico, encarnando a un intrépido rescatista submarino, que luego de una misión fallida hace cinco años, es contactado para volver a la acción, ya que unos científicos quedan atrapados en un modulo submarino, que explorando profundidades nunca alcanzadas, son atacadas por un Megalodón, un escualo prehistórico que se creía extinto pero que aún vive en esas fosas marinas, hasta el momento nunca exploradas por el hombre.

Mucho más del argumento y guion no se puede decir. Está vagamente basado en el primer libro de una saga de novelas del autor de ciencia ficción Steven Alten. Historia que estuvo desde hace 20 años en planes para llevarla a la pantalla grande, yendo y viniendo de productora en productora, de director en director, hasta que el proyecto cayó en manos de Warner Bros. y la productora china Gravity Pictures, con Jon Turteltaub como director (While You Were Sleeping, National Treasure).

Si bien el diseño de producción es correcto, los efectos y hasta el CGI son creíbles, esta película peca de querer ser de varios géneros a la vez, presentado al comienzo, un rescate de tripulación de submarino de manera muy dramática, con una tensión digna de una película de acción o de guerra submarina. (Además de que a los hechos locales con el incidente de nuestro ARA San Juan, esta escena, va a hacer que el espectador pueda tener una idea más acabada de lo fue ese drama y su fatal desenlace). Luego de esta intro tan fuerte, con un Statham que ya se muestra como protagonista desde el minuto uno, la película empieza a mutar a un filme de expediciones con un tinte pseudo cientificista, aunque creíble. Pero después, con el correr de las situaciones, empieza a desinflarse de la “seriedad” o “solidez” que pretendía, para empezar a caer en clichés absurdos, donde Jason Statham parece ser el único personaje capaz de hacer lo más peligroso y hasta lo impensado, haciendo uso de su musculoso físico, sin faltar las situaciones con planos que hacen el deleite de la platea femenina. Y ni hablar del las partes donde las situaciones de comedia generan discordancia con el clima de la película, sin negar que son graciosas.

La mano de la productora china se nota, no solo en el cast, con varios actores asiáticos (Li Bingbing y Masi Oka, tal vez los que más tengamos vistos de películas y series), sino también con las locaciones donde se desarrolla la acción, ya que pasamos desde las costas de Shanghái hasta playas del sudeste asiático. Más allá del protagónico de Statham, no hay mucho para destacar, los roles de soporte destacan lo suficiente para el funcionamiento de la historia y nada más. Si se preguntan qué tan bien actúa Ruby Rose en esta cinta, simplemente hace de una ingeniera marina con la personalidad de ella misma.

Haciendo una comparación dentro de los parámetros en los que esta película se enmarca, se puede decir que si el protagonista hubiera sido The Rock, (remitirse a Rampage a modo de ejemplo) todo hubiera estado dentro de sus propias leyes, lo inverosímil, lo disparatado hubiera sido natural y aceptado, pero es tal vez que Statham, pese a ser un actor de cine acción, tiene otra aura donde uno lo ve más cercano a películas de un perfil más “serio”, bastante alejado de filmes de monstruos.

Megalodón es una película pochoclera, que está a medio camino de lo que pretende ser. Si bien es disfrutable para pasar el momento, es una mezcla despareja de aspectos de varios géneros, y eso le termina jugando en contra, incluso si se es amante de las pelis de tiburones.