Medianoche en París

Crítica de Marcelo Cafferata - Revoleando Butacas

La vie bohème de Woody

Por esos azares de la distribución este año Woody vino en trío. Primero nos visitó, alterando el orden cronológico de sus producciones con "Conocerás al hombre de tus sueños" (Critica), a mi gusto, de lo más flojito en sus guiones en bastante tiempo con personajes completamente a la deriva, entrecortados y con muy poco sentido del humor (sólo es rescatable una escena genial donde el personaje de Josh Brolin se entera que su amigo al que cree muerto no lo está, con una muestra de ironía a mansalva, típicamente Alleniana).

Hace pocos meses nos deleitamos con las desventuras de Larry David como su alter ego en "Que "la cosa" funcione" (Critica) y volvió a despuntar un Woody más brillante y con el recurso del diálogo de frente con el público, que tanto rinde a nivel complicidad y aciertos del guión, y aún con sus más y sus menos, la cosa realmente funcionó.

Pero sin lugar a dudas, la tercer producción de Woody en este año, "Medianoche en París"es una comedia deliciosa y sutil, donde si uno entra en juego desde las primeras imágenes, quedará capturado por una hora y media en una tierna comedia donde Woody rinde un homenaje a la ciudad Luz y al gran movimiento cultural que siempre estuvo presente en ella.

Allen arranca impecablemente con un clip al compas de una música perfecta para pasearnos por las callecitas parisinas, atravesar el Sena, dar una vuelta por el Arco del Triunfo, la Tour Eiffel, volver a quedar extasiados en la entrada del Louvre, caminar por Montmartre y deslizarnos por las escalinatas de Notre Dame, luego, empezar a anochecer en una ciudad intensamente esplendorosa. Llueve? Llovizna? No importa, estamos en París y según el protagonista -y porqué no según Woody- Paris es aún más hermosa cuando llueve.

Owen Wilson es un escritor asentado exitosamente en el mercado televisivo y al mismo momento que tiene éxito, lo padece -rasgo típicamente presente en cualquier buen personaje del director-. Se ve sumido en la mediocridad y quiere "parir" una obra diferente, que él sienta como literatura.
Completa el panorama de este personaje en busca de su identidad profesional, el hecho de que está a punto de casarse con Inez (Rachel Mc. Adams) y que adoraría que compartiese su mirada sobre Paris como la ciudad ideal para asentarse y comenzar a escribir su novela, producir algo de mayor vuelo.
La excusa de la visita es aprovechar que están sus suegros (perfectos Kurt Fuller y sobre todo Mimi Kennedy) pero el objetivo es tratar de convencerla a Inez de quedarse por un tiempo en la ciudad Luz y poder crear con libertad, mientras que ella sigue soñando instalarse en Malibú: como en todo buen Woody, los polos opuestos se atraen!.

Por su parte, Inez, está extasiada cuando se encuentra con Paul (Michael Sheen) un erudito engreido pero que la hipnotiza con sus conocimientos y la seduce con su verborragia.
Gil (Owen Wilson, en un registro completamente diferente a lo habitual, hasta con tics y gestos del propio Woody que sorprenden más que gratamente) se libera de la movida parisina con amigos que proponen Inez con Paul y su esposa, y empieza a vagar por las callecitas hasta perderse. Cuando suenen las doce, como una Cenicienta moderna, pasará un auto antiguo que lo transporta a otro Paris, el de los años '50.

Tal como pasaba con "La Rosa Púrpura del Cairo" donde Mia Farrow interactuaba con los personajes de ficción de la pantalla, Gil atraviesa el tiempo y comienza a frecuentar reuniones en donde dialoga con F. Scott Fitzgerald y su esposa Zelda, conoce a Hemingway y como si fuese poco, tocando el piano en las reuniones de amigos está el mismísimo Cole Porter... para completar el crisol artístico y la explosión creativa que vivía Paris en ese momento, pasean Pablo Picasso, su amante Adriana (que ha sido entre otros amante de Modigliani, nada menos), Gertrude Stein y Luis Buñuel.
No dejemos afuera a Man Ray y a Salvador Dalí (en una histriónica y divertida composición de Adrien Brody soñando con rinocerontes), a Josephine Baker bailando en un barcito tan pequeño como sofisticado y al paso fugaz de Djuna Barnes.

Regada como siempre de la mejor música, Woody vuelve a entregar una comedia intelectualmente llena de guiños, cautivante y sencilla, con muy buenas actuaciones: sorprende Owen Wilson en un personaje totalmente diferente, Marion Cotillard está dulcísima como la enamoradiza Adriana y Kathy Bates -como Gertrude Stein-, Alisson Pill -como Zelda Fitzgerald- y particularmente Corey Stoll como Hemingway sobresalen en un elenco compacto que no tiene fisuras. y con una exquisita y brillante fotografía que hechiza desde los primeros fotogramas.

Cuando vuelvan a sonar las doce, cuando vuelva a transportarse en el tiempo, cuando todos sigan sosteniendo algo así como que "todo tiempo pasado fue mejor" y se aferren a glorias pasadas o quieran volver el tiempo atrás, el Woody maduro y que sabe de vueltas de la vida, decide apostar a que el presente, el HOY, sigue siendo la mejor opción de todas las posibles. Y con la fuerza de cambiar el rumbo en nuestras manos.
Y mientras tanto, un paseo por las callecitas de París, mientras se larga a llover, bordeando sutilmente lo perfecto.