Medianeras

Crítica de Matías Orta - A Sala Llena

En la década pasada, el director Gustavo Taretto irrumpió en el panorama cinematográfico argentino con una serie de cortometrajes en los que se aprecia su particular visión del mundo: Las insoladas, Cien Pesos y, sobre todo, Medianeras. Este multipremiado trabajo —más mediometraje que corto, ya que dura 28 minutos— contaba la historia de Martín (Javier Drolas) y Mariana (Moro Anghileri), dos jóvenes solitarios en una ciudad cada vez más superpoblada.

Al parecer, Taretto se quedó con ganas de decir mucho más: su ópera prima es una versión 2.0 de Medianeras.

Martín (Drolas de nuevo) es un fóbico en recuperación. Trabaja como diseñador de sitios web y casi no necesita moverse de su monoambiente, pero trata de hacerlo. Vive con la mascota de su ex, una caniche. Mariana (ahora interpretada por Pilar López de Ayala), arquitecta recibida pero que no ejerce, trabaja en las vidrieras de los negocios de ropa. También vive en un pequeño departamento, sin más compañía que un montón de maniquíes a los que les cuenta de su patética vida. Martín y Mariana podrían congeniar. Son vecinos, incluso. Sin embargo, todo se hace difícil en una ciudad cada vez más enorme, compleja y alienante.

La película tiene elementos cómicos (de un humor agridulce) y románticos (sin ser romántica en su totalidad o, por lo menos, no de la manera tradicional). Pero, ante todo, Medianeras es una historia sobre la soledad. Si bien los protagonistas dan vueltas, conocen a otras personas, incluso tienen sexo, no logran dar con el amor. ¡Y el amor está ahí nomás, donde uno menos se lo imagina! Y su hermetismo y desencanto y apatía y la dependencia de Internet tampoco son de mucha ayuda para poder encontrarlo.

La estructura es original para lo que es el cine argentino, pero con influencias muy claras. Tiene el sabor al cine de Woody Allen y una dinámica digna de las comedias románticas escritas por Nora Ephron. Remite, en muchos aspectos, a la reciente 500 Días con Ella: enamorados antiheróicos (uno de ellos, arquitecto que no ejerce, como Joseph Gordon-Levitt en el film de Mark Webb), voz en off, secuencias animadas, observaciones agudas sobre la vida y las relaciones... También hay referencias a íconos de la cultura popular, como el juego ¿Dónde está Wally?, que tiene un peso importante en la trama.

Taretto maneja con mano maestra tanto lo técnico como el trabajo con los actores. Cada aspecto parece calculado, desde los encuadres hasta los gestos de los interpretes. Claro que todos estos detalles empiezan desde el guión. Como buen alumno del gran José Martínez Suárez, sabe que buenos guiones hacen buenas películas.

Javier Drolas sigue estando perfecto en el papel de Martín. Su actuación es invisible, como si estuviéramos espiando la vida de un solitario muchacho de Capital. La española Pilar López de Ayala también se luce. Su personaje tiene matices un tanto oscuros, ya que dialoga con maniquíes, ¡y hasta tiene sexo con ellos! Los protagonistas están secundados por un elenco de lujo: Carla Peterson (a quien Taretto filma igual que a una diva europea de los ’60), Rafael Ferro, Inés Efrón, Adrián Navarro, Romina Paula (de El Estudiante), Alan Pauls (quien viene de actuar en La Vida Nueva) y hasta el periodista Jorge Lanata.

Cínica, tierna, contemporánea; a veces pesimista, a veces esperanzadora; Medianeras confirma que Gustavo Taretto es un talento a seguir y que el cine argentino está en un momento interesante... y que hay que estar siempre atento: nuestro gran amor puede estar más cerca de lo que pensamos.